Podía ir a la travesía Buena/Bortal -que estaba esperando hace tiempo-, a explorar en la CA-32 -sima guapa y prometedora-, de espeleo con una par de amigos que querían salir y, por supuesto, también podía mandar todos los planes al cuerno y quedarme en casa soñando y leyendo...
Estuve jodido parte del jueves y también el viernes. La sobreabundancia de planes me corroía las entrañas. Me vino a confirmar lo que ya sabía desde hace siempre. Elegir supone renunciar a las posibilidades no elegidas. Y entonces hay que soltar lo que no vamos a vivir. A algunas personas, si son maestros en el arte de la vida, les cuesta menos que a otras. Me parece que el camino de la libertad es más difícil de lo que pensamos. Tengo un amigo que siempre tiene tres o cuatro planes para realizar. Hace poco le recomendé que se triplicase. Pero entonces querría hacer en vez de tres o cuatro doce o dieciséis planes. Y así sucesivamente. La solución a esta horrenda cadena de planes la tienen los maestros zen desde hace mucho, pero... te estás desviando demasiado de los intereses de tus lectores. Sigo pues con la lineal crónica espeleológica.
Decidí ir a explorar en la CA-32 y quede con Manu, Pedro y Lolo -estos dos últimos miembros del SECJA- para el sábado.
uno
Con elegancia no disimulada me fui de mañanita con Manu para San Roque y a las nueve y media nos encontramos con los compañeros del SECJA en el bar del camping. Nos enseñaron una topografía actualizada de la CA-32 y, como siempre, muy bien realizada. La propuesta de exploración consistía en hacer dos equipos de dos personas para trabajar en dos objetivos distintos:
a) escalar, en el nivel de las galerías fósiles, una ventana que quedaba pendiente y
b) seguir con el meandro descendente que habíamos descubierto en la incursión del mes
de Julio. Opiné que era mejor concentrar todos los recursos humanos y técnicos (cuerdas, taladradora, mosquetones, chapas y equipos de burilar) en continuar la exploración del meandro y si éste no daba más de sí volver a por la escalada.
Durante el ascenso al valle de Bordillas sudamos el mono interior a fondo. Un rato que fuimos a campo traviesa y a toda pastilla me cagué en los muertos de todo bicho viviente. El calor reblandeció los sesos de todos los participantes e hizo que Lolo y Pedro se empeñasen en ubicar la sima antes de tiempo. Por suerte recordaba un dato clave e inapelable: el gran tronco de haya caído en un prado entre las grandes agujas de lapiaz. La imposibilidad de olvidar ese lugar mágico me permitió señalarles el ansiado agujero.
A primeros de Agosto habíamos recibido un mensaje de Juanma avisando que el pozo de entrada tenia una cuerda que se acababa antes de tocar fondo. Lolo entró el primero a completar el equipamiento -que ahora empezaba por la esquina sur para evitar el sol directo sobre la cabecera del pozo-. Como la cosa se estaba prolongando demasiado me eche una siesta en la que, por unos instantes, perdí la noción del tiempo. Una hora después todavía seguíamos tumbaos en la hierba. Lolo necesito utilizar una de las dos cuerdas largas (¿40 o 50?) que llevábamos. Finalmente dio luz verde y fuimos entrando en rápida sucesión Pedro, yo y Manu. Debido a la garrulez general generada por la espera Manu y yo nos retrasamos “un poco”. Volvimos a reagruparnos con el resto de compañeros tras el paso del Cortafríos en la cabecera del pozo grande.
Cuando me vine a dar cuenta Pedro se había enzarzado con la escalada de la ventana y Lolo estaba entusiasmado. Iban a necesitar una cuerda y la taladradora. Apenas protesté pues calculé que tardarían menos en acabar la escalada de lo que Manu y yo en clavar todos los spits del comienzo del meandro y del primer pozo. Pero me equivoqué por completo. En poco tiempo instalamos la bajada al nivel intermedio del meandro. Solo necesitamos un anclaje natural en cabecera y un spit para completar un sencillo pasamanos y, simultáneamente, equipar la bajada de un resalte de tres metros. En la cabecera del pozo un anclaje a una robusta estalagmita permitió ahorrar tiempo y material. Luego metí un primer spit, más o menos a nivel, para acercarme a una caída limpia para la cuerda. Iba a comenzar el agujero del segundo spit cuando le dije a Manu que fuera a por más cuerda (la que tenía no alcanzaba el fondo del pozo) y a por el taladro. Acabé de colocar el spit con los brazos doloridos por la retorcida postura y me puse a esperar. Cuando llevaba un largo rato esperando empecé a inquietarme. Volví hacia donde estaban los compañeros con un humor endiablado. Me encontré a Lolo encaramado a unos diez metros de altura y con trabajo para rato. Además seguramente no pensaba bajarse hasta acabar. Me tome una barrita energética y el trozo de empanada que me había sobrado de la comida y me fui con Manu a hacer fotos en la bonita galería fósil. Hicimos unas cuantas bastantes y al volver Lolo ya estaba preparándose para bajar. El resultado de la escalada fue una corta galería que daba acceso a un par de ventanas sobre la galería principal y poco más. Cuando miré el reloj se me quitaron las ganas de volver a bajar al meandro. Pero Pedro y Lolo estaban dispuestos a rentabilizar al máximo su incursión en la CA-32. Es comprensible sabiendo que vienen desde Madrid.
dos
Se fueron hacia el meandro y Manu decidió seguirles pero yo preferí subirme con calma a pesar de la curiosidad que sentía por la continuación. El ascenso se me dio bien y en el pozo de salida me tomé un rato y, por encargo de Lolo, dejé el montaje de cuerdas reducido a una única cuerda de arriba a abajo. Eran las diez y pico cuando me puse placidamente a escuchar los sonidos del bosque. Durante un rato dos cárabos estuvieron rondando por los alrededores. También escuché el aleteo de murciélagos cuando pasaban rasantes y casi al alcance de la mano. A las once y media apareció Manu maldiciendo en arameo. Me dijo que iba a pensarse lo de bajar a simas jodidas. Hasta las doce y pico permanecimos a la espera, pero nos dimos cuenta de que si se habían enganchado a explorar podíamos esperar sentados o mejor tumbados. Así pues iniciamos la vuelta siguiendo siempre las mejores sendas entre el bosque, las cabañas y los prados aunque Manu desconfiaba de todas las sendas. Por el camino “descubrí” dos cuevas utilizadas por los pastores y entré en una de ellas hasta un coqueto laguito. A la una y cuarto estábamos en los coches. Esperamos tumbados en los asientos y mecidos por la música de Atmósferas en RN3 hasta más allá de las dos de la madrugada. Les dejamos una nota y nos fuimos a casa.
Reseña telefónica del día siguiente: Pedro y Lolo bajaron en el meandro el primer pozo, ya instalado, y avanzaron conservando la altura hasta una zona en que el desfonde se hacía peligroso. Instalaron un segundo pozo de altura similar al primero para alcanzar el curso activo del meandro. Siguiendo el curso del arroyuelo avanzaron “bastante”, creo que solo Pedro, por una zona estrecha y sinuosa hasta alcanzar un resalte de cuatro metros desde el que se podía ver una cómoda continuación. Pero ya no tenía material.
Pedro y Lolo salieron de la sima a las dos y media de la mañana.
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