Parecía imposible encontrar compañeros para hacer espeleo-trabajo el fds. Pero a la postre Manu se animó a venir y, por sorpresa y el mismo viernes, también Miguel. Además Miguel dejo abierta la posibilidad de que algunos miembros del Burnia viniesen también. Los preparativos para ir a Sonámbulos fueron bastante pesados. Anduve liado toda la tarde del viernes.
A las siete y media de la mañana del sábado recibí una llamada de Manu. Me avisó de que no andaba con energía suficiente para ir a Sonámbulos con un horario de más de doce horas. Consideré las posibilidades y me adapté a las circunstancias: haríamos una actividad suave y muy cercana a la entrada de la cueva. Sin embargo Miguel decidió que era mejor opción salir con los del Burnia a explorar un sima. En definitiva, para el trabajo que íbamos a hacer bastaban dos personas.
El sábado amaneció mucho mejor que los días anteriores. Desde comienzos de año nos habíamos tragado una borrasca tras otra; y algunas calificadas de ciclones… Sin embargo el cielo se presentaba con grandes zonas azules, el viento en calma y la temperatura primaveral. La cascada del río Asón estaba esplendorosa. El paisaje se había puesto amable después de mucho tiempo gris, frío, borrascoso y tremendamente lluvioso.
No era gran cosa, pero sólo éramos dos para acarrear todo el material. Sobre todo el cable de acero inoxidable para montar el pasamanos. Como mínimo pesaría diez kilos el solito. Luego estaban las taladradoras. Una de prueba y otra para relevo. Había que controlar el número de perforaciones que podía realizar una Worx con su batería original (y realmente no fueron muchas) Después de marearnos bien acarreamos como mulas todo el peso hasta la entrada. Por suerte el cable no iba a ir más allá del pasamanos. Lo que hicimos fue ir enhebrando por las argollas un cabo del cable hasta el último anclaje y empezar a colocar las abrazaderas (perrillos? pernillos?) de adelante hacia atrás. Lo más complicado fue colocar las tuercas de las abrazaderas sin que se te cayera algo por el Pozo del Oso. A falta de otra cosa utilicé la boca como container de tuercas. A pesar del cuidado perdí una tuerca. Pero por suerte sobraban abrazaderas y tuercas. Entre unas cosas y otras se nos fueron un par de horas colocando el cable. La ruta no estaba muy transitada ese sábado: solo pasaron dos espeleólogos de Logroño en dirección a la Sala del Ángel.
Del pasamanos al acceso al Mago hay poca distancia. En el último pozo ascendente había que equipar de otra manera las cuerdas de acceso. La vieja instalación producía roces tremendos si no se manejaba con mucha maña. En la última ocasión en la que estuve allí la camisa de la cuerda se partió y Julio hizo un nudo para que pudiera reequiparse. El pozo gotea o chorrea, depende del día. En esta ocasión no caía demasiada agua de las goteras pero tampoco era calificable como agradable. Tarde más de media hora en pensar y realizar la instalación. Un tramo en rampa, un corto pasamanos a la derecha y un fraccionamiento a media altura.
Luego terminamos de subir a la Sala del Mago. Nos sentamos en medio del trascendental paisaje de formaciones acebradas y negras. Comimos un poco y bebimos otro poco. Y luego nos dedicamos a terminar la balización con toda la delicadeza y el cariño que pudimos. Fue el trabajo más agradecido y tranquilo de la jornada. Manu cantaba de vez en cuando. En realidad había cantado todo el día.
Salimos muy temprano, creo que a las cinco. Nos lo tomamos con mucha calma y después de un paseo, permitidme que lo describa de esa forma, por las carreteras cántabras volvimos a Solares. A las seis y media estaba cada uno en su casa.
1 comentario:
¡doce horas!
eso son demasiados minutos
Ya sé, merecen la pena.
· un abrazo
· CR · & · LMA ·
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