Cada ser humano se sabe de memoria su lección. Y cada uno tiene sus razones. Este animal tiene tres cabezas y ningún cuerpo. Este animal devora la paciencia de todos. Corre el río y lleva sus aguas. Nada es lo que parece pero no hay dobleces, solo ceguera.
Cuatro de Junio del 2005. César quiere ir al Carrio. Me gustaría ir a Hoyo Salcedillo a continuar la historia interminable (En el valle de Leiva hay una vía de escalada, audaz y elegante, que se llama igual: Historia Interminable). Y Moisés quiere ir a la travesía Rubicera/Mortero. Quiere llevar a Susana a la Rubi. Vamos pues.
Mientras César y Moisés van a montar la cuerda de salida en el Mortero de Astrana me voy con Susana y Sergio camino de la Rubi. Hay niebla. Las plantas están cargadas de rocío que nos empapa. Sergio protesta débilmente. Le quito importancia: así ya no te mojaras después, pues estas mojado ya. Los intentos de charla se quedan en monosílabos por mi parte. Trato de hacer el camino ahorrando esfuerzo.
La bocaza, la boca y la boquita. Nos vamos a la boca y nos preparamos. Tenemos tiempo mientras llegan Moisés y César. Charlamos. Escalada, espeleo, los idiomas de Susana. En su valle suizo Susana habla un dialecto del alemán. También habla inglés y francés. Y empezará con el ruso dentro de poco. Sus conocimientos de castellano incluyen la utilización precisa de las formas verbales subjuntiva y potencial. Susana deberías tener cuidado con los cántabros que te van a confundir... Durante un rato Susana y yo hacemos juntos la cabra española y la suiza.
Hay poca agua. Este meandro tiene sección de T invertida la mayor parte del tiempo y de H tumbada también. Nos deja mojados. Pero contentos. La mojadura es feliz. Feliz en su vuelo. Fugaz. En la confluencia de la Vía Real con el río, aguas abajo, hay un lago. Profundo y azul. Si no estuviera tan frío sería mi piscina predilecta. Sergio pregunta muchas veces. Todo lo que se le ocurre. Y César responde hasta el límite de sus fuerzas. Yo carezco de fuerza para responder tantas preguntas. Al borde del pozo de 90 arrecian las preguntas. Las cuerdas del pasamanos han sido renovadas. Toda la instalación desprende seguridad. Dudamos si aguantará las preguntas de Sergio.
Por mí seguiríamos sin parar hasta salir por el Mortero pero la mayoría tiene hambre. Nos paramos en la base del primer pozo ascendente. Sacamos comida y bebida. Moisés ataca la cecina que he traído. César critica las instalaciones. Es lo normal. Seguimos por el meandrillo con pocetes de subida y breves destrepes y trepadas. Hay más críticas al estado de las instalaciones. Poco después echo un vistazo a la continuación de la galería que no conduce al Mortero. Parece interesante. La utilizo para defecar sin que nadie me moleste.
Los dos pozos finales de acceso al río del Mortero están bien instalados. Mientras Moisés, Susana y Sergio hacen turismo visitando la cabecera del Gran Pozo, César y yo luchamos por inflar el bote. Resulta una tarea agotadora. Al cabo de un rato, con el bote mal hinchado, atravesamos el lago renqueando. Agarro una quemada especial. En cuanto pasa Sergio seguimos río arriba por los pasamanos y las marmitas. Esta todo bien puesto pero una de las cuerdas esta muy rozada y prefiero pasar por abajo mojándome. Hay que sustituir esa cuerda pronto. Si no se hace, alguien va a bañarse con batacazo añadido.
segunda sesión
Hoy viernes me paso por la reunión del club. La gente llega a las nueve y más tarde. Lo mejor sería cambiar de hora la reunión. Va cuajando una salida a la travesía Rubicera/Mortero. Sin embargo tenemos un problema. El encargado de material no aparece. Una conserje se aviene a abrir el cuarto de material: no hay carburo. Hace tiempo que llevamos diciendo que queda poco. El fin de semana pasado solo había morcillas sueltas pero nada en los bidones. Eficacia total. Nos hemos quedado sin carburo en el club de espeleo. Era una noticia anunciada. Resolvemos el atolladero con una llamada a Alfredo. Nos dejará un bidón con carburo en la puerta de su casa de Ramales.
Once de Junio del 2005. Estamos en Solares a las siete de la mañana. Primero llega Manu, luego yo, luego Noelia (traída por su padre), después Julio, a continuación Manrique, más tarde Amelia y José. Es la primera vez que José hace espeleo en su vida. Como es un buen escalador espero que aprenda las técnicas verticales instantáneamente. Si no lo consigue tendremos un problema. Nos vamos por Ramales y Soba. El viaje se hace pesado. Pesadísimo. Vamos tres coches. El mío y la furgo de Manrique suben hasta el Mortero. Allí se queda la furgo y nos bajamos todos en el mío. Hemos conseguido un ahorro de tiempo gracias a unos madrileños que van a hacer el Cuivo/Mortero y que nos instalan la cuerda de salida por el Mortero (esos madriles conocen a César y estuvieron conmigo, no hace mucho, en el Torcón de la Calleja Rebollo). Julio recoge a Vanesa en Hoznayo (¿), pasa por donde Alfredo y estaciona en la curva enfrente de la cascada. Allí nace el grupo.
Cuanto falta? es la pregunta que se repite una y otra vez durante la aproximación a la Rubi. Yo mismo empiezo a preguntársela a mis compañeros. Todos nos preguntamos cuanto falta. Lo que no preguntamos es ¿qué falta?. No importa sólo cuanto, sino también qué falta. Quizás falta inspiración. O imaginación. O sutileza. O brío. También faltan metros en la cuerdecilla del rápel entre hazas. Todos rapelan y yo destrepo. Nos ponemos a prepararnos. Lo conseguimos a las doce menos cuarto. Y entramos. Entre la cita en Solares y la entrada a la Rubi han pasado casi cinco horas. No esta mal.
La estrechez entre bloques es una prueba severa para José. La pasa bien. Amelia también se inquieta en ese paso. Las galerías fósiles se entretienen con nosotros. Me encuentro muy sensibilizado por la conservación de las cuevas. Y por el ruido. El ruido nos impide estar con nosotros mismos. Solo los seres humanos creamos ruido. La naturaleza, los animales no hacen ruidos. Solo sonidos. Manrique pisa una zona de arena virgen. Le digo que no lo haga. Pisotea todavía más. Saltan chispas de incomprensión. Hace tiempo visité en Cellagua las galerías de los Borgoñeses. En su zona más remota esta la Galería del Sahara. Hay dunas de arena de miles de años, quizás millones. Los franceses han creado con sus huellas un estrecho sendero respetando el terreno virgen. Me maravilla su belleza y la sensibilidad de los exploradores.
despierto sobresaltado creyendo que se derrumba el pozo entero. Al cabo de una hora y media estamos todos abajo. Es posible que nos hagamos famosos en el mundillo de la espeleo como pedorros. Incluso podemos crear una página web: www.pedorrosypetardas.com.
Comemos en la sala donde comienzan los ascensos por cuerda. Así subiendo y comiendo, todos aprovechamos el tiempo. Desde hace un rato oigo unos bramidos semejantes a estertores. Se trata de Manu. Comienza a preocuparnos. Temiéndonos lo peor, le preguntamos qué le pasa. Nos alivia saber que solo se está aclarando la garganta...
Durante un rato observo el éxtasis de Manrique.
Se ha quedado en silencio.
La boca del Mortero de Astrana produce silencio.
Volvemos a los coches.
Aparece Mois&Susana.
Estalla una tormenta.
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