El sábado 8 de abril del 2006 fui con Moisés y dos chicos del último cursillo - Eduardo y Rafael- a las nuevas galerías de la Torca de la Luna Llena. Solo que esta vez íbamos a entrar por la mina y no por la torca hasta la celebrada conexión. No nos entretuvimos mucho en Monpía. Metimos las cosas en mi coche y en media hora estábamos en Toporías. Las cosas extendidas por el suelo me llamaron la atención. Monos de tela, carbureros inusuales y sacas pequeñas. Los nuevos me sorprenden. Son hijos de un veterano espeleólogo del SES. Moisés se entretuvo haciendo pedazos pequeños los tochos de carburo para que pudieran entrar en los carbureros. Yo traía de mi casa el carburero con una carga. Me gusta tener todos los elementos del equipo preparados y uno de los detalles es llevar puesto el mono interior desde casa, sobre todo en días fríos y lluviosos. Te ahorras un desagradable cambio de ropa; solo con quitarte lo que lleves encima y ponerte el mono exterior y las botas ya estas listo. Sobre estos temas hay una gran variedad de costumbres. Por ejemplo, la gente del AER siempre va hasta la boca de la cueva con cómoda ropa de monte y luego se cambia allí. Por el contrario hay muchos espeleólogos que se ponen encima todo, incluso el equipo vertical, lo cual puede ser un gran tormento en la mayoría de las aproximaciones medianas o largas.
Del coche a la entrada de la mina, a esa entrada, hay cinco minutos. En cuanto llegamos a la boca, sorteando un amplio charco fangoso, me di cuenta de que me recordaba algo bien conocido por mí: El Soplao. Y poco después de entrar la familiar sensación de andar por la mina del Soplao se instalaba para no abandonarnos hasta la llegada a las galerías naturales. Las viejas instalaciones de raíles y vagonetas tienen un aspecto ligeramente más nuevo que las del Soplao. Encontré los raíles, e incluso las traviesas, bastante bien conservados. Había vagonetas de varios tipos y en un rincón vimos unas catas -cilindros de roca largos extraídos limpiamente para estudiarlos-. Curiosamente el conjunto de galerías mineras y sus varias desviaciones me pareció más rico que la de la mina del Soplao. También encontré, así de primeras, algo liosa la ruta; pero me imagino que en un par de recorridos más esta sensación desaparecería. Además Moisés fue extremadamente deprisa en toda esta zona, quizás porque deseaba llegar a las galerías de la Luna Llena o quizás porque le aburre. De cualquier forma yo iba con la lengua fuera y me costaba trabajo memorizar la zona.
Desde las galerías mineras tuvimos que tomar una bajada con escaleras de roca y un tramo metálico poco fiable para desembocar en la galería principal de Udías que seguimos, a la izquierda, hacia el noreste rumbo a Novales. Se llega a un punto en que hay un depósito de agua a la izquierda; Moisés demoro el ponerse todo el equipo hasta la llegada a este punto. Desde aquí nos metimos una veintena de metros por una estrecha y alta galería, perpendicular a la principal, hasta una incómoda gatera a mano izquierda llena de barro arcilloso muy pegajoso. A partir de aquí estuvimos pringados por completo. El pozo ascendente que continua la gatera también tenía barro en las paredes. En realidad el pozo tiene dos sectores de unos 20 metros cada uno unidos por una ventana con una plataforma en la base del segundo sector. La salida por arriba es una zona de plataformas con una pátina de barro resbaladiza y asquerosa. Luego hay que subir un resalte también marcado por el barro. Vamos un desastre barroso en toda regla. A partir de este punto tenemos ya las galerías de la Luna Llena. El barro es, con todas, el principal responsable de la decoración de esta primera parte.
En la cabecera de los pozos sacamos el equipo de topo: medidor de distancias láser, brújula-clinómetro y material para apuntar los datos. Moisés con la brújula, Rafa con el medidor láser y yo apuntando. El medidor láser es particularmente preciso. Emite un pulso de color rojo que se refleja en cualquier superficie y la medida se hace por el tiempo de ida y vuelta del pulso. La galería que continua zizagea en ángulos hasta encontrar un importante desfonde que se pasa en oposición asegurado por un largo pasamanos. Los movimientos requieren esfuerzo en algunos puntos. Me siento algo decaído por una gripe en ciernes. No lejos del pasamanos abandonamos esta galería, que ya está topografiada, y nos metemos a la izquierda por un importante ramal. El proyecto es topografiar la parte final de este ramal. A esta galería se puede acceder por varios conductos. Nosotros tomamos un corto laminador arenoso que no tiene dificultades y que nos ahorra desfondes y similares.
La galería se convierte en un cómodo conducto arenoso con algunos desfondes y resaltes. Al cabo de poco llegamos a una galería lateral sin explorar y nos metemos por ella. Empiezan a proliferar excéntricas con una textura fibrosa que adoptan formas caprichosas en que abundan espirales y helicoides. El tamaño de las excéntricas y su abundancia es más que notable. Casi explosivo. Creo que no he visto nada parecido en este tipo de excéntricas. Al principio empezamos a hablar de mirabilita pero cuando llego a casa y miro por Internet algo sobre la mirabilita descubro que es imposible que lo sea. La mirabilita no posee esa textura, es sulfato de sodio hidratado con 10 moléculas de agua y es muy inestable; si no existe una humedad muy alta se descompone en un polvo blanco al cabo de un rato. Y las galerías de las excéntricas, que forman un laberinto, son muy secas. Buscando algo más en Internet caigo sobre una imagen calcada de lo que he visto. Son gypsum flowers, es decir flores de yeso. Me maravillo de las estructuras tan hermosas que puede formar el yeso.
Al cabo de un rato nos encontramos en un desfonde donde finalizamos de topografiar la galería. Sin equipamiento no es posible atravesar este desfonde. Volvemos hasta un lugar cómodo para comer. Durante la comida decidimos volver ya hacia la salida. Y al volver Moisés, que anda muy excitado por la exploración de todos los ramales, se nos despista durante una rato. Nos volvemos a juntar para ir mirando algunos ramales aún. Un par de veces hay que esperar pues Edu se ha dejado la saca en algún sitio. De bajada topografiamos el pozo y la conexión. Al volver por la mina hay una zona donde se embalsa agua muy limpia en la que se puede lavar el equipo. Dejo a todos en esa tarea y salgo al exterior para poder descansar un rato y hacer algunas llamadas. Concluyo, como muchas otras veces, que para llegar a algunas maravillas hay que arrastrarse por el barro. Como la vida misma.
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