Todo fue bastante fácil en la reunión del Polideportivo (UNICAN) el viernes pasado. Manu, Miguel (SCC) y Luis querían seguir bregando en las exploraciones de Udías. Concretamente en la continuación del pasamanos que habíamos iniciado en diciembre pasado. El resto del grupo en activo decidieron hacer una visita a la Torca del Mostajo. Miguel, mi compañero habitual, se sumo al grupo explorador. Preparamos el material necesario, quedamos en Monpía a las diez menos cuarto y nos fuimos a dormir.
Manu había olvidado la saca de las baterías en casa y cuando se dio cuenta, en Monpía, volvio a buscarla con prisas. Mientras tanto continuamos a Puente de San Miguel para reunirnos con Luis. Nos encaminábamos a la mina de Sel del Haya por su entrada principal. Se trata del acceso más rápido hacia las galerías de la Luna Llena que estamos explorando. En algo más de media hora se accede a la zona cárstica por galerías mineras que conservan gran parte de sus instalaciones, aunque en un estado lamentable (ver: http://mti-cantabria.blogspot.com/2009/08/mina-hermosa-mina-sel-del-haya.html) Finalmente una desviación que apenas llama la atención conduce a un paso agaterado y se desemboca en la base del Pozo Pasteloso.
Mientras Miguel (SCC) y Manu se quedaban retirando algunas cuerdas del Pozo Pasteloso los tres restantes nos adelantamos hasta el cruce de la Galería de la Rana con el Meandro de las Excéntricas. Hicimos algunas fotos a las hermosas excéntricas de yeso que tapizan la galería y que van aumentado de tamaño, al alejarse por la galería, hasta hacerse arbóreas.
Luego nos movimos por una zona de cornisas arenosas y pequeños desfondes hacia el gran desfonde que íbamos a terminar de instalar. Miguel (SCC) y Luis partieron a revisar unos pozos en la Galería de la Rata, pequeño bucle que se forma con la de la Rana. El resto fuimos hasta el Púlpito Central del desfonde. Mientras Manu rumiaba lo qué iba a tener que trabajar, fui a escalar un pequeño resalte con la ayuda de Miguel. Un par de pasos algo resbalosos asegurados por un natural y se me acabaron las dificultades. Accedí a una galería colgada. Instale dos parabolts y fije la cuerda. Entusiasmado por la continuación eche un rápido vistazo y ¡bingo! la galería se bifurcaba en tres galerías más amplias. La más pequeña, a la derecha, desembocaba en el falso final del desfonde grande permitiendo cortocircuitar la instalación pendiente. Esta zona estaba sembrada de grandes bloques sobre un conjunto de plataformas a diferentes niveles. Enseguida se alcanzaba un desfonde más impresionante todavía. Una enorme chimenea procedente de las alturas cruzaba y se hundía en un salto de altura impredecible. Al otro lado la continuación de la Galería de la Rana resultaba evidente. Pudimos observar, sin duda, que era una galería meandrosa y profunda, de unos veinte metros de altura, con dificultades de tránsito.
Después de reunirnos comprobamos que las otras dos bifurcaciones conducían a un ancho pozo común. Manu se preparo para realizar un nuevo pasamanos en lo recién descubierto con las dificultades añadidas de la mala calidad de la roca, su verticalidad y su falta de rugosidades. Miguel y yo volvimos al inicio del desfonde para topografiar y coger más material.
Mientras Manu comenzaba su batalla personal, Miguel y yo comenzamos otra batalla también. Cada vez que tocabas el lápiz o el cuaderno lo pringaba todo de barro plastelinoso. La brújula y el clinómetro solo podían leerse si se usaba una luz lateral adicional, y el puntero láser requería un pulso notable. Sea como fuere conseguimos realizar la topo hasta el final del desfonde. Miguel (SCC) y Luis aparecieron cuando estábamos acabando y se encargaron de recoger algunas cuerdas sobrantes. Como Manu estaba bastante cansado cambiamos de tercio y comenzamos la instalación de un pozo que comenzaba en la base del resalte de acceso a la galería colgada.
Al principio nos pareció que el pozo iba a ser muy profundo. Bien pertrechado Miguel comenzó el descenso. Quince metros más abajo el estrecho pozo desembocaba en una caótica sala de medianas dimensiones tapizada de una fina capa de barro. Por un lateral de la sala pudimos bajar algunos metros hasta un balcón sobre otra sala caótica, pero enorme en ésta ocasión. Para esa hora Miguel (SCC) y Luis habían empezado a salir y Manu amenazaba con irse, así que Miguel y yo dejamos el trabajo y nos reunimos con todos los demás algo más allá del Pozo de la Rana. Salimos en poco tiempo sin echar ninguna carrera por las largas rampas de la mina.
Afuera caían finas gotas de lluvia. Fuimos a picar raciones con cervezas en el cercano bar La Gándara. Una bonita exposición de minerales rodea la pecera del bar. En la pecera siguen nadando tres pirañas que contribuyen a dar un toque peculiar al restaurante. Todo esto nos ayudo a olvidar rápidamente los barrizales de Udías. Sin embargo, a pesar de lo ingrato de la zona de exploración, nos dimos cuenta que estábamos enganchados a seguir explorando.
Una buen rato después, llegando a Puente de San Miguel, el coche de Manu dejo de funcionar. Una gran nube de vapor flotando sobre el motor indicaba que algo no iba nada bien. Por suerte un par de empujones permitieron meter la furgoneta verde en el aparcamiento de la gasolinera. Allí dejamos a Manu, acompañado por Luis, esperando la grúa, mientras los dos Migueles y yo volvíamos a Monpía. Para la próxima ocasión quedaba descubrir lo mejor...
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