En el otoño pasado se celebraron unas jornadas espeleológicas en Caravaca. Me llamó la atención una de las actividades organizadas, se trataba de la Sima de Almendricos, pero no pude inscribirme porque en el momento que lo decidí estaba ya completo el limitado cupo de participantes. Fue creciendo mi interés, ya que era una de las cavidades murcianas que me quedaban por conocer. Más tarde la escasez de actividades espeleológicas a lo largo de diciembre/enero y la vuelta a tierras del Sur incrementaron el deseo de conocerla. El 28 de enero hicimos una hermosa excursión por la zona y conseguimos localizar la boca de la cavidad. Como valor añadido -e inesperado- las montañas de Almendricos y Jaravía nos sedujeron.
A lo largo de tres semanas estuvimos mareando la perdiz para organizar una salida a la sima. Finalmente el 18 de febrero la fortuna sonrió y pudimos organizar un grupo para ir a conocer la cavidad. Vinieron Marisa, Reche, Ester, Raúl y Gerardo, los tres últimos desde Hellín. Nos fuimos a reunir en el área de servicio de La Paz, cercana a Alcantarilla, para ya proseguir en los dos coches por la autovía de Almería, pasando por Lorca y Puerto Lumbreras.
El lugar de aparcamiento para acercarse a la cueva se encuentra junto a una gran finca de mandarinos de los que todavía colgaban bastantes frutos. En el suelo habían acumulado en montones las mandarinas caídas de los árboles. Sólo tuvimos que acercarnos con una bolsa para recoger todas las que quisimos. Son los regalos del Sur. La senda que conduce a la boca de la sima es cómoda y bastante corta, una media hora si llega. Por el camino pudimos observar antiguas minas, creo que de hierro, abandonadas hace mucho tiempo. La temperatura era perfecta para caminar por los cerros. Algunas perdices volaron al espantarse con su ruidoso aleteo. Tan sólo unos centenares de metros para volver a posarse entre arbustos y espartos. Caminábamos sin ninguna nube que ocultase el Sol.
Vimos que la instalación de la sima es un tanto abundante por no decir excesiva sin más. Las fijaciones son parabolts de diez mm (sin chapa ni tuerca). Usamos dos en la cabecera (pequeño pasamanos) y tres en el pozo. Suponíamos que el pozo tenía 20 m. pero nosotros usamos una cuerda de 30 y dio justa... Por una polvorienta rampa de tierra y piedras proseguimos bajando un poco para luego torcer a la izquierda en horizontal e ir a unas galerías pequeñas pero coquetas situadas al NE de la cavidad. Volviendo a la rampa pudimos seguir bajando hasta la Sala de la Culebra. Una galería bien definida en dirección SE estaba decorada de columnas y estalagmitas blancas. Encontramos en esta zona muchas pintadas e inscripciones antiguas.
Más tarde volvimos a la Sala de la Culebra para ir hacia el sector S, más extenso que lo visto hasta el momento. La situación se volvió confusa a partir de aquí. No estaba clara nuestra posición en la topo y la zona era algo laberíntica. En general fuimos siempre ciñéndonos al límite de la cavidad por la derecha, es decir oeste, avanzando hacia el sur. Comenzamos a poner catadióptricos para que al volver no surgiesen dudas. Cada vez que parecía que se nos cerraba la ruta hacia el sur aparecía una continuación a una nueva sala. Finalmente llegamos a una sala que se "cerraba" con un arco de este a oeste. Sin embargo las posibles "continuaciones" hacían que nuestra interpretación de la posición en la topo fuese incongruente de una manera u otra. Concluí que habíamos visitado menos de la mitad de la cavidad. Miramos algo más en la zona y paramos a hacer algunas fotos pero eran las tres y sugerí que fuésemos saliendo. Todos se mostraron de acuerdo.
El pozo de salida era cómodo y en poco tiempo estuvimos todos fuera. Picamos algo, organizamos los petates y bajamos suavemente contemplando el hermoso paisaje de montañas y cultivos. Todos tuvimos claro que la cueva se merecía otra visita. Pedí que buscasen con Maps un bar o un mesón en Almendricos; en un pueblo tan remoto tenía que existir un bar decente en el que merendar. Ciertamente no me equivocaba: en un momento encontraron el bar Misuri. Había tapas variadas y el ambiente era tranquilo aunque la televisión estaba vomitando una violenta película woke*/yanqui. Las cervezas y coca-colas hicieron su efecto. La charla giró animadamente sobre cuevas, los mejores bares de Hellín y las mentiras en los medios sobre Putin y Navalny... Pero lo principal simplemente consistía en ser un grupo de amigos disfrutando de un día irrepetible.
* woke deriva fonéticamente a hueco que es sinónimo parcial de vacío
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