Tozudos y zoquetes: así es como pensamos que deberíamos bautizarnos si fundásemos un club de speleo. Todo espeleólogo que se precie tiene una cueva "de reserva". Esto viene a ser como la bala de reserva que todo espia se queda por si le capturan . Si el espéleólogo sospecha que va a ser capturado y torturado para arrancarle una confesión utiliza su cueva de reserva. Como todo en esta sociedad tan actual la cueva de reserva sigue los dictados de la moda. Desde luego las modas tienen sus razones ocultas generalmente basadas en la estética de algunos individuos privilegiados a los que la mayoria suele envidiar. Pues bien durante el sábado los cuatro espeleólogos (Cesar, Luis, Mois & me) que formábamos la expedición al Ca''rrio tuvimos que utilizar nuestra cueva de reserva. El Ca''rrio nos conducía hacia la tortura y el sufrimiento en la húmeda y neblinosa mañana del sábado. En el camping de San Roque RioMiera nos encontramos con una gran manada de espeleólogos madrileños (SEJA) decididos a subir hacia la Torca de Bernallan. Tuvimos una larga charla con ellos para solaz del personal. Además se nos unieron Guillermo y Amparo. De cualquier manera una vocecita interior nos decía que no iniciasemos el ascenso. Así pues emprendimos el camino hacia nuestra cueva de reserva: LA RED DEL GÁNDARA.
Entre las 11 y las 12 nos metimos por fin en la cueva. Amparo y Guillermo nos acompañaron hasta aquí. Lo primero que hicimos fue intentar ver el oso que hay cerca de la entrada a mitad de un pozo de unos 45. Bajó Mois pero ninguno mas, pues del oso solo quedan tres huesos y un fragmento de cráneo. Recorrimos a buen ritmo todo el camino hasta la gran sala con la cascada y las excéntricas. Allí comimos e hicimos una cuantas fotos -todos discutiendo que es lo que había que fotografiar- pues del carrete solo quedaban 9 fotos. Las excéntricas produjeron diversa expresiones de asombro que terminaron aburriendonos de reiteradas; y comparativas con todas las excéntricas antes vistas. Reiniciamos la marcha hacia el interior y nos metimos por la gran galería fósil que comienza tras la cascada. Sabíamos que debiamos encontrar un paso hacia el río. Tras buscar un poco dimos con el paso al final de la galería. Desde este punto y en menos de diez minutos llegamos a un hermoso vivac totalmente instalado y acondicionado (incluso con adornos navideños). A partir de aquí teníamos dos posibles rutas. La primera ascendiendo un corto tramo de cuerda nos llevo a un meandro arenoso del que alguno de nosotros dijo que era la galería más bonita que había visto. Intuitivamente íbamos poniendo oído pues esperábamos oir el río. A veces creiamos oirlo. Al cabo de un rato empezamos a oir algo. Y poco despues desembocabamos en un balcón-ventana frente a un pozo con cascada -quizás lo más espectacular que he visto en todo el tiempo que llevo recorriendo cuevas-. El pozo enorme, muy ancho, calculamos de alto unos 20 o 30 para abajo y al menos 50 o 60 para arriba -no lo sabemos pues el foco no llegaba-. El agua cayendo desde arriba del todo y pasando por delante de nosotros como una película: mucha agua. Por el balcón pudimos pasar hacia varias galerías, algunas con bellas concrecciones. De vuelta visitamos una desviacion importante. Ya en el vivac tomamos otra ruta que descendiendo por una gran galería nos condujo hasta un río que seguimos un rato hasta hacerse ancha y con playas la galería. Y el cansancio nos hizo volver. De aquí a la salida con tranquilidad y paraditas 3 horas y pico. Hermosa vuelta al exterior con luna y nubes bajas, contentos de las maravillas de la Red del Gándara. Nuestra cueva de reserva.
Recomendada por Tozudos&ZoquetesS.L.
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