2/12/07

Quimera (1/12/2007) El Coverón

 
   Las nueve y media pasadas cuando llego a Solares. Juan me presenta a Jorge. Al principio me cuesta acordarme de su nombre. Jorge nos lleva en su espaciosa furgoneta Ford adecuada para cambiarse en días lluviosos como el de hoy, que se presenta muy similar al anterior fin de semana. Nos vamos al Coverón sin dudarlo (lo de Llanezas tiene fama de cascadas que te duchan y gateras embarradas). Al aparcar el coche en una curva entre Riba y el puerto de la Cruz de Uznayo tuvimos cuidado de que las ruedas no se metieran en el barrizal del comienzo de la pista. Una auténtica trampa de coches. 

    Embutidos en el mono, o en un impermeable, y protegidos por el paraguas nos acercamos a la cueva cruzando el bosque. La bienvenida estuvo basada en duchas y chaparrones de las ramas bajas de los árboles y en barrizales resbalosos. Un bosquecillo de robles tapizado de hojas amarillas y  una canal con helechos son la antesala del Coverón. Bajo las amplias balmas pudimos terminar de prepararnos y de paso hacer algunas fotos de la zona de entrada. 

   Nos impresionó, como la vez anterior, la rampa de entrada por las dimensiones que enseguida alcanza la bóveda sobre ésta. Decidimos ir hacia la derecha para alcanzar el resalte equipado con escala, que la vez anterior no subimos. De paso hicimos algunas fotos. El equipo fotográfico no era el adecuado pues sólo contábamos con mi cámara y la linterna Barbolight de Juan. Se trata de la linterna más potente que yo haya visto. De cualquier forma le poníamos mucho empeño a la tarea de hacer las fotos.

   Resulto que el resalte era más complicado de lo que nos esperábamos. Por eso está equipado con cuerda y escala. Hay que salir del resalte por una gatera deslizante que da, de inmediato, a una estrecha plataforma a orillas de un lago que ocupa parte de una amplia sala lobulada. Si sales con mucho ímpetu te vas al lago. Realmente es una curiosa estructura. Me recuerda esas piscinas elevadas modernas en las que el agua esta rasante sobre la orilla y se domina un amplio paisaje. Por una de las estrechas plataformas que rodeaban al lago repté con cuidado para alcanzar un lóbulo de la sala con formaciones. Desde este punto nos montamos varias fotos.

   La continuación resulto muy evidente hasta una zona en que un aparente desfonde nos cortó el paso. Bajando una rampa hasta su base una pequeña gatera pedregosa y sopladora nos indicó la continuación principal, explorada hace poco por el grupo Lobetum (a la continuación explorada hace más  años por el MUSS no le prestamos casi atención). Nos costo decidir entrar en “el Estrujón”  nombre usado por los espeleólogos del Lobetum para designar a la gatera. Como no las tenia todas conmigo me deslicé por la gatera con los pies por delante. Enseguida llegue a una pequeña salita en la que se podía dar la vuelta y hasta ponerse en cuclillas. Unos tres metros más de gatera arrastrada me llevaron a una amplia sala, comienzo de la “Extensión” la nueva zona explorada por los del Lobetum. Les di ánimos a mis compañeros y enseguida vinieron Manu y Jorge. Juan se negó a pasar.

   Durante un rato deambulamos por el laberinto de la Extensión mirando rincones. Alcanzamos un lago -y unas galerías a su derecha- de estructura sorprendente. Una quimera continua de sorpresas y de ambientes radicalmente diferentes. En vista de lo bonito del lugar volvimos hacia “el Estrujón” para convencer a Juan de que pasase. Para que resultara convincente que la gatera carecía de dificultades Jorge y yo volvimos a pasarla en sentido inverso. Juan no estaba al otro lado pero apareció enseguida, procedente de la zona clásica, en la que había recorrido un laminador ascendente sin mayor interés. Finalmente, después de contarle durante unos instantes las excelencias de lo que habíamos visto, Juan se animó a pasar la gatera. Tuvo que reconocer que carecía de dificultades.
   Primero fuimos hacia el lago por una galería con abundantes formaciones y pequeñas desviaciones laberínticas abarrotadas. Encontramos un murciélago que nos hizo dudar. Imposible que llegase por la gatera así que debe haber otra entrada -estrecha o ancha-. El lago estaba construido sobre una zona de falsos suelos que conducían a otros charcos o gours  debajo del lago¿?. Luego, por la orilla derecha del lago, accedimos a unas galerías en las que desembocaba una chimenea alta. Además un gran gour al mismo nivel que el lago -y con comunicación subacuatica con éste- hacia aún más extraño -si cabe- el paisaje de este lugar. Por unas estrechas gateras se accedía a un conjunto de salas abovedadas que acababan terminándose en ratoneras imposibles. Por otra zona la Extensión consistía en unas largas galerías paralelas, con desfondes y pozos cilíndricos que bajaban a otro nivel. Una ventana daba acceso a una sala repleta de formaciones y a una galería en forma de diaclasa que me llevo hasta un laminador arenoso. Continué hasta que llegué a una zona en que desaparecían las trazas de exploradores y se hacía necesario cavar para seguir. Pero sin duda se podía seguir. De vuelta nos volvimos a reunir todos de nuevo cerca del lago. Esta Extensión nos pareció un magnífico lugar para recorrer con calma. De vuelta a la salida fuimos a visitar brevemente la parte izquierda del Coverón. Por el resalte equipado con cuerda me acerqué hasta el pozo de 20 que descubrí perfectamente instalado.
    Seguía el tiempo gris y lluvioso. Tras una corta duda -era bastante tarde- decidimos presentarnos en Ogarrio para intentar comer. Nos metimos en el primer restaurante que encontramos, anunciado como “El Mirador”, pensando que sería el único. A parte de un precio inmejorable la comida resulto deliciosa. Al salir descubrimos que el restaurante tan famoso de Ogarrio no era éste, sino el Tomás en la plaza del pueblo. De cualquier forma como tenemos que volver al Coverón probaremos todos los restaurantes de Ogarrio.

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