1/4/07

Morning Glory Seeds (1/4/2007)


I
En la oscuridad busque la luz interna. No solía ser difícil encontrarla. Pero a veces se me aparecía una oscuridad absoluta en la que ni las ráfagas interiores de imágenes, ni los caleidoscopios, se atrevían a entrar. Recordé que la vida es solo un juego de imágenes caleidoscópicas que te seducen. Me asusté. Llegue a ver cosas. Había apagado la luz para economizar mientras esperaba al pie del pozo. Miguel estaba bajándolo. Me moví con mucha cautela hacia una zona que las piedras en caída libre no pudiesen alcanzar. Todas las instalaciones estaban duplicadas. Las cuerdas y fijaciones más recientes estaban impecables y cómodas. Cómodas significa que los nudos, los anclajes y las combas quedaban a placer. En el exterior un día resplandeciente iluminaba toda la nieve. Había capa continua a partir de unos 1000 metros. Quizás menos. Los caballos estaban contentos. No deseaban otra cosa que pastar hierba fresca en primavera. Una primavera húmeda. Los techos de la cueva rezumaban goteos y dejaban caer grandes chorros de agua, abundantes por las lluvias de los días anteriores y por la fusión de la nieve. A las doce y cuarto nos acercábamos a la zona del vivac de los espeleólogos del SCD. Miramos en una galería lateral y anduvimos por varios meandros que se ramificaban en todas direcciones. Todo lo que fuera hacia el oeste nos interesaba. Había pequeñas acumulaciones de cristales en las paredes. También costras de descalcificaciones. Creo que al mediodía se cerro el tiempo y las cumbres se cubrieron de densas nubes. Unos pastores trataron de obligar a sus yeguas a bajar hacia las cabañas del Carrascal. Seguramente lo consiguieron. En el vivac, la galería principal volvía de forma manifiesta hacia el este. Eso no era nada interesante. Pero si llamativo. Uno de los meandros agaterados que visitamos nos llevo hasta un punto que debía escalarse. Antes estuvimos un rato descansando de las dos horas y media que tardamos hasta allí. Comimos comida en abundancia y sobró suficiente para dos meriendas. Nunca me había fijado antes en los cráteres que siembran esa galería. Son la clave de toda esta historia. Es una historia escrita con el lenguaje de los cráteres. Todos deberíais conocer ese lenguaje. Los cráteres de la red del Gándara. En uno de ellos deposite excrementos que, antes, había fabricado cuidadosamente a partir de alimentos selectos. Cerca de ser actual el agua no lo era en ese sitio tan seco. En el lago pase justo al límite de la caña de mis botas. Pero eso ya quedaba muy lejos. Las de Miguel eran más altas. Las botas. En el vivac no quedaba nada salvo dos botellas de agua que tampoco estaban allí. Por mi mente paso rápido un conejo en dirección equivocada. Pero me di cuenta y no lo seguí. Los leds estuvieron portándose bien. Los carbureros no. Y tampoco daban tanta luz como debían dar. El pulsador no funciono. Pero eso fue a la vuelta. Ya habíamos encontrado un punto en que la cueva proseguía hacía el oeste. No fue nada fácil de encontrar. La galería fósil que parte de la gran sala estaba perfectamente transitable y las huellas ayudaban a elegir el camino entre los bloques. Eso la hacía menos cansada. Me fijé en una estalagmita trífida que me hizo cambiar de estado mental. Pasé de un delta a un alfa. Las estalagmitas trífidas no son abundantes. Más bien son raras. A esa hora el tiempo en el exterior sin ser malo era muy amenazador. Era evidente. Entonces celebramos la diana en el centro con fotos en la trífida. La trífida no dijo nada. Luego, recuerdo ahora, encontré otra trífida lejos de allí. Más diana. Estaba en una rama lateral de una galería más cercana a la salida de la cueva. A la entrada del mundo-cielo. Saqué mis baterías de repuesto para el flash de Miguel. Un flash grande y articulado como una grúa portuaria sobre raíles de acero. Hicimos varias fotos con un trípode. La corriente de aire molestaba. Guardábamos las cáscaras de plátano y de naranja. Miguel fue escrupuloso en ese tema. A veces me pasé distorsionando la realidad de mis sentimientos. Riéndome de mi mismo para no matar a nadie. Encontré una columna rota por el paso de expeleox torpes. Lejos de allí. También eche en falta la excéntrica zigzageante. Pensé en una trampa mortal para expeleox de ese tipo. Una gran columna reconstruida en equilibrio para que al tocarla se viniera encima como una montaña de bloques y aplastase, o dejase malherido, al expeleox. Un aprendizaje a sangre. Me di cuenta de que mi mente estaba dominada en ese momento por un hijo puta que no se frenaría ante nada. El hombre enemigo del hombre. La gran corriente de viento se intensificaba procedente de una grieta por la que cae la Torca de la Sima. Era muy difícil de encontrar. Casi imposible. Dimos en el clavo rojo. El flash se sincronizaba a ojo con el disparador. Todo artesanal. En un rincón lleno de corales y cristalitos sumidos en charquitos nos detuvimos a sentir las ondas a. Un comino es pequeño pero aromático. A veces se dice que algo te importa un comino. ¿quien de vosotros ha visto un comino en su vida? Y si lo ha visto ¿quien le han hincado el diente hasta cascarlo y sentir su sabor? Ayer soñé que recorría una gran cueva. Pero ya la había recorrido. Mañana soñare con algo que realizare. Pero aun no conozco mi sueño. El conejo volvió a aparecer por detrás pero no le hice ningún caso. A esas alturas no había conejo ni burro que pudiera con nosotros. La galería era una gran avenida que nos llevaba hacia el oeste. Una sala circular nos dio juego para una hora. Las galerías que emanaban eran como una playa un día soleado en bajamar con el mar tranquilo y el cielo muy azul y las gaviotas gritando. Perfectas. Pero las cartas estaban vistas. Necesitábamos un cordino para bajar un resalte. Despedimos al viento. El viento viene, te besa y se va. Pero siempre es otro viento el viento. El hijo de Miguel navega en Optimist. Máximo recomendable 47 kilos. Pero ya los supera y deberá cambiar a otra clase de mayor porte. La espeleo es la navegación de la tierra. Hay vientos que te llevan cada vez más lejos. Pero las ceñidas son fundamentales. Como una buena taza de algo caliente. Como un buen caballo gris que esta esperando nueve horas en la salida hacia el mundo-cielo para saludarte. Un verdadero caballo amigo. Las nubes perezosas y la nieve perfectamente pintada a trazos componían el cuadro del caballo amigo. El caballo había pagado con ser caballo para disfrutar de su cuadro mundo-cielo de caballo. Pero esto sucedió mucho después de que a Miguel se le reventase su pequeña mochila llena a tope colmado. Y tuviésemos que pasar todo a la saca amarilla de speleo. ¿Por qué son amarillas las sacas de speleo? El trípode era un detalle fundamental que ahora se agazapaba en el interior de la saca amarilla ensuciada por el barro marrón rojizo procedente de muchos lugares de la cueva en los que se había depositado hace miles de años. Una base de estabilidad. Luego bebimos agua en abundancia. Solo un poco de agua en todo el día no era razonable.






II
No dejad que se os seque el espíritu. Bebed más agua. Como el caballo amigo del mundo-cielo que bebe en abundancia. Pero no confundiros. Las semillas son solo un símbolo de la mañana que resplandece. Y la gloria emana del espíritu.

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