Það er ómögulegt að tjá slíka fegurð...(1)
Tres días después de llegar a Reykjavík comprendí mi primer cartel en islandés: “opyð alle daga” (2) Fué una alegría infantil pero ¡que le vamos a hacer! El día que llegue al aeropuerto de Keflavik, mientras miraba a mi alrededor, me parecia una lengua imposible del todo. Sin embargo había conseguido una migaja. En vez de desanimarme me entró una salvaje euforia.
Sabía de antemano que la naturaleza islandesa era apabullante. Pero lo que no me esperaba era que su cultura y su historia me enganchasen hasta el punto en que lo empezaron a hacer. Al principio sólo fue una confusa sensación imposible de explicar. Ahora me parece evidente la razón de que así fuese. Sencillamente: admiración por un pueblo que, a pesar de las durísimas condiciones ambientales y de todas las adversidades con que les ha agasajado su salvaje tierra, han sabido mantenerse en su sitio hasta que el destino les ha sonreído. Por mi parte siempre había rodeado de un aura “romántica” a los vikingos basada en mi creencia de que, en gran medida, eran exploradores empujados por ese afán de descubrir lo que hay más allá. Nada más lejos de la realidad...
Islandia permaneció deshabitada mucho más tiempo que la mayoría de zonas habitables del planeta. No fue hasta la Época de los Vikingos –cuyo inicio se fecha aproximadamente sobre el 800 DC- que los escandinavos comenzaron a construir navíos capaces de llevarles por el Atlántico Norte con una razonable garantía de sobrevivir al viaje. El primer historiador islandés, Ari Þorgilsson el Sabio, dice en Íslendingabok (3), escrito 200 años después del asentamiento, que la isla fue colonizada en un periodo de seis décadas, más o menos, desde el 870 al 930 DC. Este intervalo es conocido en Islandia como la Época del Asentamiento […] Bastante tiempo antes, una isla llamada Thule, donde el Sol llega a brillar toda la noche durante el verano, era conocida en los tratados de geografía europeos; algunos de esos relatos arrojan datos consistentes con Islandia. Fuentes medievales islandesas también relatan que había monjes irlandeses viviendo en Islandia cuando arribaron los vikingos a sus costas […] Conforme al relato de Ari y al Landnámabók (4), el primer colono escandinavo en Islandia fue Ingólfur Arnarsson, que se asentó en Reykjavík (5), lugar donde la actual capital crecería muchos siglos después. La esposa de Ingólfur se llamaba Hallveig, y algunos islandeses pueden seguir su traza genealógica desde esa primera pareja de colonos […] El Landnámabók menciona más de 400 colonos, y los lugares en que se asentaron a lo largo de Islandia. La mayoría eran escandinavos procedentes de las costas de Noruega, pero también hubo un puñado importante que vino de las colonias vikingas en las Islas Británicas … Los colonos vikingos vinieron acompañados de esclavos y esposas de origen celta […] En la Época del Asentamiento Harald Fairhair estaba unificando Noruega en un solo reino, y conforme al Landnámabók muchos de los colonos fueron jefes o principales que huyeron de las condiciones impuestas por el rey. Sin embargo las costumbres funerarias de los colonos y otros restos de la Época del Asentamiento indican que la mayoría de los colonos eran granjeros ordinarios, que con toda probabilidad dejaron Noruega en busca de tierras cultivables.
Gunnar Karlsson,
A Brief History of Iceland
En el oeste Snæfellsnes, Olafsvík, Rauðfeldargjá..., en el norte Asbyrgi, Mývatn, Krafla…, en el sur Vestmannaeyjar, Hekla, Skaftafell... No más que unas pinceladas en la inmensidad de Islandia. Y por encima del viaje físico la certeza de que estas tierras nos removieron interiormente como nunca lo habían hecho otras... con el peligro que supone enamorarse de ellas…
Un cúmulo de sentimientos contradictorios pugnan en la mente de cualquier islandés cuando se enfrenta a la Naturaleza de su país: veneración, miedo, devoción, impotencia, orgullo… Todos esos sentimientos saltan a primer plano cuando los islandeses discuten como debería ser tratada su tierra. ¿Qué se supone que debemos hacer con toda esta agua? ¿Y con las montañas, el viento, los desiertos…? ¿O quizás no deberíamos hacer sencillamente nada?
Islandia es uno de los últimos países europeos en donde, a pesar de la modernización, la naturaleza campa independiente, en otras palabras, donde la naturaleza parece tener una voluntad al margen del hombre, voluntad que los islandeses no han logrado subyugar después intentarlo durante siglos. La historia de Islandia hasta el siglo XX es la de una sucesión de derrotas en la batalla contra los elementos naturales; de volcanes destruyendo granjas y tierras de cultivo, matando al ganado y empujando a la gente hasta el borde de la inanición. No fue hasta la llegada de la tecnología del siglo XX -calefacción mediante energía geotérmica, hormigón, casas con aislamiento térmico, barcos de pesca modernos, vehículos 4x4, que Islandia se convirtió en un sitio apto para vivir, despertando tras siglos de letargo. Se liberó tal energía dinámica y tal “joie de vivre” que la población islandesa se convirtió en una de las más ricas del mundo. Eran como alguien que siempre ha tenido frío y cuando, finalmente, consigue estar caliente, no puede controlar su alegría [...]
¿Hay un espíritu en la montaña? Los paganos(6) así lo creían en el pasado, y los cristianos también hasta el día de hoy. Aquellos que se despiertan todos los días al lado de una montaña llevan dentro de ellos, para siempre, esa montaña -la montaña hace su hogar en el interior. Y los pensamientos de las personas bajo la montaña gradualmente toman la forma de la montaña. La montaña se convierte en una parte fundamental de sus vidas, y sus pensamientos poco a poco se convierten en el espíritu de la montaña. Pero ¿pueden las piedras hablar? ¿Habita un alma en cada flor? ¿Existe un espíritu en la montaña? Por supuesto que sí. Y es un espíritu caprichoso que despierta sentimientos contradictorios entre los habitantes de esa tierra, dejándolos a veces temerosos, a veces llenos de veneración, de devoción, de impotencia, de orgullo...
Guðmundur Andri Thorsson,
Lost in Iceland
(1) Es imposible expresar tanta belleza…
(2) Abierto todos los días
(3) Libro de los Islandeses
(4) Libro de los Asentamientos
(5) Bahía Humeante
1 comentario:
Muy interesante, Antonio. Creo recordar que en Islandia se constituyó el primer parlamento moderno -si dejamos al margen Grecia-. Y siempre he creído que las personas capaces de vivir en esas latitudes deben tener algunas virtudes especiales. Un abrazo.
Pedro
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