Hace pocos días Mavil volvió a Cantabria tras varios años de ausencia. Con su ayuda logramos pegar un buen empujón a la desobstrucción de un prometedor agujero -bauticémosle La Bloquera- cercano a La Lusa. Se trata de una dolina llena de bloques medianos que aspira aire. Por su posición podría estar vinculado bien al Sistema del Lobo, bien a la Red del Gándara. Además cercanos a éste encontramos dos agujeros que también aspiran aire en días cálidos. No tenemos ninguna duda acerca de la importancia de estos accesos, aunque no sabemos cuanto esfuerzo deberemos realizar para abrirlos.
El sábado 22 de septiembre preparamos una incursión al Sistema del Lobo con el objetivo de verificar el soplo que procede del Eurotúnel y de intentar localizar su origen. Evidentemente se trata de un negocio relacionado con los agujeros anteriores. Sin embargo el día estaba tan resplandeciente –diríase invitador- que en el altiplano precedente a Torca Fría cambiamos nuestro plan espeleológico por el de felices prospectores.
Siempre me ha fascinado la comarca del Alto Asón. No solo se trata de la belleza de sus cuevas, imposible de imaginar aunque se hayan visto fotos y fotos, sino de algo que emana de la tierra misma. Es uno de los rincones menos maltratados por la mano humana en todo el Estado. Claro que los paisanos han conservado desde hace siglos una forma de trabajar que deja grandes manchas de hayedo intactas. Este hecho unido a lo inaccesible de muchos de esos parajes nos conduce a la realidad del bosque mágico. Todos los que han tenido el privilegio de habitar durante unos días la Fuente Fría en el Macizo de Mortillano saben a lo que me refiero.
Conozco los bosques y montañas del Asón desde finales de los 70 y aún así sigue intacta la primera sensación. Se trata de algo parecido a lo que siente un creyente cuando entra en una gran catedral o en un templo de su creencia. Es algo reverencial. No es posible compararlo con nada de calidad inferior. No es que las cuevas del Alto Asón sean magníficas y estén llenas de misterios y de incontables problemas aun por resolver. No solo es eso. Es que la tierra que las alberga me da algo que la mayoría de los lugares no me da: energía. Se trata de una diferencia esencial.
Primero nos llamo la atención una línea de dolinas cercanas al borde este del Hondojón. Fuimos a echar un vistazo. Para ello tuvimos que bajar por una zona de brezos y tojos. En un momento dado me lleve un gran susto porque me hundí entre los arbustos. Había metido una pierna en una grieta que seguía para abajo. Por estos terrenos hay que andarse con mucho cuidado. La dolina que íbamos a ver tenía buena pinta. Pusimos un cordino alrededor de un gran bloque y lanzamos un cabo de unos quince metros. La grieta se ensancho y se aclaro. Pocos metros después de una primera plataforma ovalada se aterrizaba en un suelo empedrado. Por el extremo oeste el suelo se abría a otro pozo que sondeé en más de 40 metros. Prometedor e interesante.
Después de comer bajo un bosque de abedules recorrimos otra serie de dolinas herbosas. La segunda que prospectamos tenía un soplo aspirado de una intensidad violenta. Luego fuimos recorriendo la serie subsiguiente de forma ordenada. La mayoría de las dolinas mostraban soplos aspirantes de mayor o menor intensidad. Calculo que recorrimos una decena. Entonces dejamos la serie de las dolinas y nos dedicamos a intentar “puentear” la red por algún agujero “fácil” algo más arriba. No lo conseguimos pero en el intento descubrimos otro agujero soplador desobstruido a medias por el SCD hace la pila de años y que debe canalizar el flujo procedente de los lapiaces superiores del Fraile.
Sin duda una jornada fructífera. Para acabarla nos acercamos hasta el Circo final del Hondojón. Enmarcado en un bosque de hayas inigualable, está acribillado de grandes dolinas herbosas de empinadas paredes. Ninguna de ellas mostro posibilidad alguna de permitir acceso a una red subterránea. Pero ya teníamos suficiente gasolina para hacer un largo viaje. Viaje que realizaremos -a poca o mucha velocidad, eso nunca se sabe- en los próximos meses.
Bonus
Con el ánimo encendido el domingo 23 de septiembre Mavil y yo acompañamos a un nutrido grupo de amigos en el camino del Hoyón de Saco. Por descontado nos acordamos de varios proyectos espeleológicos aparcados en batería. Uno de los más interesantes es la escalada de la galería colgada de la que proviene el agua de la cascada del Asón. No es una escalada difícil pero hay que estar muy atento para coger un periodo de sequía extrema. Otro, no menos fascinante que el anterior, es el soplo de la Cueva de Francoise. Se pierde entre bloques en una galería que no es precisamente pequeña y que lleva la dirección correcta para seguir engordando más y más.
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