Varios meses mareando la perdiz y por fin se iba a realizar esa incursión con amigos a una cuevita fácil. Incluso es posible que alguno de ellos se transforme en una especie rara: Espeleólogo Aficionado. Invité a Goyo, Raquel, Eva y J. Ángel. La tropilla final quedo constituida por Eva, Marisa, J. Ángel y yo mismo. La lluvia impedía desplazarse a ningún sitio so pena de quedar empapados. Así que no me lo planteé ni un minuto: volvería a llevar a los principiantes a La Hoyuca por la entrada clásica.
Las predicciones meteorológicas acertaron en lo peor: llovía sin parar. La tierra empapada, embarrada, anegada no daba cobijo ni a los bichos anfibios. Creo que todos habían muerto ahogados. Recogimos a Eva en Solares y a José Ángel en Hoznayo. Pero J. Ángel volvió un momento a su casa de Navajeda. Había olvidado llevar ropa limpia para cambiarse. Y a la salida de la cueva estaría del todo impresentable. Más sabiendo en como de barro iba a estar la entrada a La Hoyuca.
En Riaño llovía gota fina con insistencia. Al atravesar el pueblo y, de hecho mucho antes, comprobamos que se han puesto cuidados letreros de madera para indicar los barrios y los lugares. Para mí eso supone una mejora neta del ayuntamiento. Hay más conciencia del valor del entorno. Aparqué en un trozo de la pista en que pudimos pisar sobre asfalto eludiendo el barro de los arcenes y de los prados. Como había agua por doquier saqué unos grandes plásticos para posarnos. Los preparativos fueron algo pesados: mono, linterna, casco, modo de ponerse el frontal y demás detalles. Para atravesar el prado que conduce a la boca tuvimos que fletar una canoa. Con un chof-chof e intermitentes patinazos sobre el barro conseguimos acceder a la boca. Hace poco han montado un pequeño museo lácteo. Muestra los aperos y modos de los antiguos ganaderos lácteos. Es otra indicación de que se está cuidando el entorno.
Como, poco a poco, la entrada a la Hoyuca se desmorona las dificultades para caber por la estrechez se evaporan. Sin embargo el extraño pocete que hay que cruzar para acceder a la primera galería también se desmorona y cada vez está peor. Al final tendremos que montar algún sistema que lo haga más fácil. Las cascadas y arroyuelos estaban a tope de agua. Elegí la ruta clásica para acceder a las galerías en zig-zag.
No tuvimos ningún problema en acceder a los zig-zags. Las galerías siguen limpias. Los arroyos comenzaban a notarse antes de lo usual. Algunos accesos a galerías colgadas se están explorando. Parece que el interés por La Hoyuca crece de nuevo entre los miembros de la expedición británica a Matienzo. Eso es bueno. La cueva creo que tiene un enorme potencial inexplorado en pisos intermedios. Nuestra modesta incursión llego a la confluencia del primer afluente. Lo recorrimos aguas arriba unos trecientos metros para ver sus bonitos suelos amarillos y la transparencia de sus aguas. De vuelta a la encrucijada visitamos la prolongación de las galerías zig-zag fósiles. Nos quedo muy claro como se generaron y entrelazaron el nivel fósil y el activo. Luego continuamos hasta las Playas donde está el acceso a Quadraphenia.
Saqué la cámara para intentar plasmar la cascada amarilla pero la verdad es que resulta una foto difícil. Y más con sólo un flash independiente de la cámara. Luego penetramos en Quadraphenia. Visitamos el piso superior con sus bonitas banderas. Luego la sala grande de la que desconozco el nombre. De allí fuimos hasta el pasamanos y subimos, con algunas divertidas dificultades –zonas resbaladizas y pequeñas trepadas- al nivel de las formaciones bonitas. Saqué la cámara y preparé algunas fotos. Algunas no me salieron mal del todo. Se notaba como disfrutaban de la cueva. Para mí es una zona de la cueva tan conocida que apenas me causa sorpresa alguna, pero me place la sorpresa de mis compañeros. Después de visitar con cuidado esa zona comenzamos la vuelta al Mundo Exterior.
El plan era volver por la ruta clásica tranquilamente. Eva pasó de culo y a la primera sin problemas. Luego se introdujo en la grieta J. Ángel. De culo también. Sin embargo no pudo a la primera. Ni a la segunda, ni a la tercera. Así que a la cuarta desistió. Si hubiera sido otra cueva hubiéramos tenido un serio problema, pero en La Hoyuca existen cuatro caminos, que yo conozca, hacia la salida. Así que nos fuimos al segundo por orden de comodidad. Un meandro ascendente seguido de una cómoda gatera y de un meandro descendente (o mejor dicho desfondado) Por suerte este camino aunque requiere habilidades escalatorias es mucho más ancho .
En pocos minutos estábamos en el exterior. El tiempo seguía igual o peor. No tenía remedio. Dejamos a J. Ángel en Hoznayo descalzo junto a su furgoneta y a Eva la llevamos hasta su casa de Astillero. Nos encaminamos a casa, una comida decente y un sesteo que duro toda la tarde. Espeleo tranquila!!
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