Los
vericuetos y rizos del destino que precedieron a este gran encuentro son dignos
de un documental. Dos grupos de wassap, con más de un
centenar de personas entremezcladas, más de cuatro organizadores, gestionando
los difíciles permisos del Parque de los Calares del Mundo, y multitud de
intereses personales se reunieron en un inmenso revoltijo cuyos vaivenes
mantuvieron en vilo a todos los implicados hasta el fin de semana del 12 y 13
de noviembre. Aún me quedo corto con mi apreciación: esta historia no acaba el día 13 sino que se prolonga
hasta finales de noviembre con los permisos para varias actividades de
exploración y visita programadas a lo largo de dos semanas. Aunque si es cierto
que la historia se acaba el día 13 en lo que a mí se refiere…
A las
afueras de Riópar el Hostal Los Bronces me permitió
alojarme en una cómoda y cálida habitación a un precio muy razonable. Algunos
participantes habían llegado, o llegaron también, el viernes 11 pero se
quedaron a dormir en furgonetas. La temperatura bajó por la noche a unos dos
bajo cero. A la mañana siguiente los coches estaban cuajados de una gruesa capa
de escarcha. Nos fuimos reuniendo en el bar-cafetería del hostal. Llegaron Juan
Pablo, David, Mavil, Antonio Dólera,
Leo, Luis, Mari Carmen, Vicente y Perico (si no se me olvida nadie). Entre
desayunos, charlas y fotos el tiempo discurrió plácidamente. Hacíamos tiempo para esperar a Tocho y Esther,
que venían de Hellín con dos amigos suyos, para participar en la actividad y/o
de recoger setas. Pero se hacía tarde y el grueso del grupo decidió irse e
iniciar la excursión a la Cueva de la Pedorrilla.
Juan Pablo, David y yo esperamos a que llegaran. Nos reuniríamos todos en La Pedorrilla. Cuando llegaron Esther y Tocho nos dimos cuenta
que el interés por recoger setas era incompatible con la excursión
espeleológica que proyectábamos. Así pues quedamos en vernos todos al atardecer
en la cafetería.
La encantadora
senda de subida a La Pedorrilla atraviesa un pinar lleno
de vida. Como en toda la comarca los animales pueden sorprenderte. La noche
anterior, ya llegando a Riópar, me cruce con un
jabalí grandón y casi atropello a un par de zorros. La
fauna y la flora abundan.
El grueso
del grupo estaba parado en La Pedorrilla. La entrada
de la cueva y el inicio de sus galerías, ... , me parecieron muy sugerentes. El soplo era débil, pero notable, y la
morfología de las galerías claramente la de tubos activos (esporádicamente).
Cuando se produce el Reventón de los Chorros también entra en actividad La Pedorrilla.
Aunque el
día había comenzado frío la temperatura fue mejorando. Llegó a ser la ideal
para ir de excursión. La charla se animó. Sin esfuerzo, siguiendo un hermoso
itinerario con vistas al circo de Los Chorros, llegamos a la segunda cueva ... . En el entreacto algunos nos cansamos
de estar ... y decidimos continuar la excursión hasta el Mirador de los
Chorros. Juan Pablo, Antonio Dólera, Leo, David, Mari Carmen y yo nos fuimos por la senda hacia allá. El paisaje es bello a
más no poder.
Al
principio pensábamos bajar del Mirador por la senda de los Chorros pero Mavil nos lo desaconsejo por el walki-talki.
Decidimos volver por el camino que,
atravesando Los Mojones y pasando junto a la Sima del Mirador, lleva al Collado
del Arenal. Fue una magnífica elección para rematar la excursión. Allí nos
encontramos con el resto de la gente. Mavil estaba
eufórico: ....
Además Esther y Tocho estaban contentos: habían recolectado un buen montón de
setas a pesar de su escasez.
La reunión
en Los Bronces se prolongo. Algunos se despidieron y otros nuevos llegaron para
la actividad del domingo. David me pasó las fotos de la vía que habíamos hecho
hace poco. Vicente por fin me aclaró el misterio del somier en el Solvente. Vicente
y yo nos propusimos desarrollar algunos proyectos de equipación
de vías y de exploración de cuevas para un futuro cercano. Algo después David,
Antonio Dólera y yo nos fuimos a cenar atascaburras a Riópar.
En el exterior la temperatura se desplomo como la noche anterior.
A la
mañana siguiente, después de un animado desayuno, me despedí del grupo. Después
de dar un paseo por la zona de Los Chorros comencé mi camino hacia Hellín, allí
me esperaban Tocho y Esther para almorzar setas, y luego a Santander. Nuevos
proyectos se perfilaban en el futuro…
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