El 21 de octubre quedé con César y Guillermo para volver de nuevo a Hoyo Salcedillo. El 17 de junio había estado con Guillermo en la Galerie d'Utrillo. En esta ocasión el objetivo era reconocer la Galerie des Loges (Logias*) y la red a la que da acceso.
Nuestro punto de cita era la Estación FEVE de Solares. El calor veraniego estuvo dando coletazos hasta un par de días antes en que el tiempo cambió a cantábrico estándar, hacía bastante frío esa mañana otoñal. César ya llevaba un buen montón de kilómetros desde Madrid, y luego desde Mogro, yo no tenía coche así que nos fuimos valle de Miera arriba en el coche de Guillermo.
La subida al Hoyo Salcedillo desde la planicie morrénica, hasta la que actualmente llega la pista, fue rápida y poco cansada. Podríamos llamarlo un paseo matinal si se compara con la de junio anterior, en la cual el calor y la humedad nos reventó. Alrededor de las once de la mañana estábamos entrando por la pequeña boca sobre la que pudimos leer "VD-1 CESS/ABRIGU" en sustitución de la antigua "SCD y un número". Los espeleólogos vamos y venimos como el humo, las cuevas permanecen millones de años en silencio, mirando, divertidas y sufridas, nuestros efímeros esfuerzos.
Esta salida era una gran terapia para todos. Para mí suponía curar la gran frustración de no haber hecho ni una mísera salida de espeleo desde mediados de julio. Tres meses. Para Guillermo y César suponía olvidar, al menos durante un rato, las tristes historias que habían estado viviendo en estos últimos meses. De cualquier forma la Cueva del Hoyo Salcedillo tenía, tiene y siempre tendrá un fuerte atractivo para cualquier espeleólogo al que le gusten los retos. Tanto los meramente físicos como los más sesudos, al estilo de descifrar jeroglíficos. Sin duda: encontrar las zonas en las que se encuentran las más bellas formaciones es muy difícil y costoso.
Nuestra primera labor consistió en cambiar la vieja y crujiente cuerda del resalte ascendente sobre el primer pozo que te encuentras al entrar. Pusimos una buena cuerda de once mm., perfecta en su blancura y cortadaa medida. Por el retorcido camino hacia el segundo pozo, y ya sobre el mismo pozo, nos paramos a hacer varias fotos con la Olympus TG. Era una nueva experiencia fotográfica para mí el poder llevar una pequeña cámara compacta en bandolera, sacarla en unos segundos de su funda y hacer una toma en formato raw sin grandes preocupaciones acerca de la iluminación, el polvo, el barro, la estabilización y otros temas menores. El dilatado tiempo que conlleva hacer una foto en condiciones subterráneas con una abultada cámara reflex, se reduce dramáticamente a menos de un minuto usando la TG. Mientras nos entreteníamos con las charlas normales entre amigos, hicimos más fotos y vídeos, estos sólo Guillermo, e instalamos una cuerda en un pequeño y resbaloso resalte con poco para manos y menos para pies. De esta forma accedimos a la amplia Galerie d'Utrillo.
Un poco más allá, avanzando, nos despistamos debido a la abundancia de hitos por doquier. Me enfurecí conmigo mismo porque en junio no dudé, después de una década sin visitar la cueva, y ahora estábamos dudando tan sólo tres meses después. La cosa se arregló en menos de un minuto y como bonus decidí localizar el descenso al Rivière de la Dispendieuse y visitarlo brevemente, más o menos unos cien metros. Fue una cosa que hicimos César y yo mientras Guillermo nos esperaba unos minutos. Luego no tardamos nada en alcanzar la entrada a la Galerie des Loges y alguien sugirió picar algo sentados en algún sitio agradable cerca de su inicio. Picar se convirtió en comernos casi todo lo que llevábamos de almuerzo.
El tramo de galería que ya conocíamos lo superamos en breves minutos a pesar de no ser un camino simple. Descendimos los bloques que nos frenaron en nuestra última visita y trepamos la pendiente hacia el NW que nos dejó en un ensanche con concreciones al SW y desprendimientos al NE. Continuando por el nivel de las bellas formaciones la ruta se volvió más compleja y delicada, incluso atravesando un bosque de estalagmitas, hasta que finalmente todas las posibles prolongaciones desembocaron en obstrucciones o grietas del todo impracticables. Esto nos llevó bastante tiempo. Volviendo atrás, hasta el ensanche, nos pusimos a mirar bien. Un golpe de intuición hizo que mirase debajo de la colada rota que reposa sobre un lecho de tierra y bloques, vislumbrando así un sucio camino descendente. Siguiéndolo nos encontramos en el lecho de un discreto riachuelo.
Aguas abajo el agua se perdía de inmediato entre guijarros y arenas, aguas arriba un pequeño cañón permitía el avance. Siguiéndolo pudimos alcanzar el final de la galería y de dos pequeñas galerías adyacentes, todo ello perfectamente reflejado en la topo. Para continuar había que localizar la conexión con la Galería Sakoet**. Aguas abajo, en un recodo, vislumbramos la galería que buscábamos colgada a una altura de cinco/seis metros del lecho. La trepada era bastante fácil y, aunque algo expuesta, no iba a dar problemas el escalarla. Sin embargo para bajar había que pensárselo un poco más. Teníamos cuerdas para el resalte pero no material para instalar fijaciones. Así que dejamos en depósito un par de cortos tramos de cuerda y comenzamos la vuelta al exterior fijando como objetivo una nueva visita tan pronto como fuese posible.
Aunque estábamos un poco cansados la salida se desarrolló sin problemas. Absurdamente volvimos a despistarnos a la vuelta en el mismo sitio que a la venida. Fuera era de día y la luz era hermosa aunque el cielo amenazaba lluvia. Hicimos el descenso al coche atardeciendo. Creo que sobre las siete llegamos al aparcamiento. No nos paramos hasta llegar a Solares. Había sido una magnífica salida en todos los aspectos.
* según el diccionario loge/s se traduce al castellano como logia/s, lo que es una reunión de masones o, por extensión, el lugar donde se realizala reunión...
** apellido francés
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