TOPO de Vallina
Fotos: Guillermo
Texto: Ant On Ío
No
pudieron venir muchos que deseaban hacerlo. Aún habiendo un puente de tres días
resultó imposible cuadrar las líneas rojas. Así pues el plan que cuajó para el
lunes ocho fue ir con Guillermo otra vez a Vallina
con la idea de conocer algunas zonas nuevas para los dos o, al menos,
prácticamente olvidadas por mí. La idea inicial era visitar Birds World, Galería Jesús Lecue y una conexión
alternativa al Río Rioja. Pero los
duendes no estaban con nosotros. A pesar de haber estado una semana antes
tardamos mucho -y sudamos la gota- hasta encontrar la boca, además a Guillermo
se le estropeó su frontal principal y la sensación no era propicia para llevar
peso -equipo vertical y cuerdas-. Optamos por cambiar de plan y visitar la zona
de Haymarket Chambers y
luego desde El Dragón, si nos
quedaban ganas, visitar la entrada de la Mina
de Uranio de Barney. La ventaja de ir con poco peso hacía de contrapeso a
un día de "tintes oscuros".
La
desviación a Haymarket First Chamber se toma a unos minutos de la entrada. Desde
esta sala se sale por una pequeña galería, que continua por una rampa bajo
falso suelo, hasta alcanzar una estrechez en forma de buzón. Es un paso algo
desafiante, aparentemente no cabes y no sabes cómo entrar, pero si te mueves
con creatividad se resuelve sin esfuerzo. Haymarket Second Chamber
es una sala confusa por sus desniveles y extraños huecos a un nivel inferior.
Para salir de ella debe tomarse una rampa terrosa en la pared Este de la sala
que desciende hasta entrar en un conducto -activo de forma intermitente- que en
dos cortos quiebros desemboca en otro muy parecido pero totalmente recto hacia
el Norte (también se prolonga un poco hacia el Sur). Algo más allá se convierte
en una amplia galería por la cual, tras unos cincuenta metros, alcanzamos la
entrada de una sala. Una escalada de unos tres metros nos deja al nivel normal
de la sala. Una estrechez sin dificultad -con forma de buzón- y al Suroeste de
la sala es la continuación de nuestra ruta. La bonita galería Norte-Sur que
viene a continuación termina enseguida en un giro de 180º hacia el Sur. Esta
galería, con algún cambio de dirección, en poco tiempo nos condujo a Who Knows? Chamber. Allí echamos un vistazo a una desviación de
nombre misterioso Where Who Knows? Goes. La zona me
pareció tan confusa y mal representada en la topo que, por unos minutos, me
mantuvo estresado. Ya en El Dragón
hicimos algunas fotos y comimos.
La
ruta hacia la Mina de Uranio se toma
justo al salir de El Dragón hacia el
norte. Una galería de manual de espeleo, toda recta y
cómoda, desemboca en una zona de grandes diaclasas este-oeste perpendiculares a
nuestro rumbo. Hay varios caminos hacia la "mina" pero después de
echar un vistazo optamos por el más claro. Shatter Passage se presenta cómodo y agradable
al principio; suelo de tierra compacta y suave, gateras cómodas, para irse
transformado progresivamente a peor. Una primera estrechez se pasa sin mayor
problema, pero enseguida llega otra estrechez, llamémosla "creativa". Es un pasaje
en forma de "V obtusa" que obliga a inventarse la forma de entrarle.
Guillermo pasó con los pies por delante, boca arriba y cuesta arriba en la
segunda parte del paso. A mí me pareció mejor encogerme en la primera parte y
rotar sobre mí mismo para conseguir meter la cabeza primero, aunque también fui
boca arriba como Guillermo. Después de este engendro llegamos enseguida a una
cómoda sala y desde aquí, hasta la Mina de
Uranio, seguimos una cómoda galería hacia el norte -con alguna agachada- durante
pocos minutos. Nos detuvimos a la entrada de la gatera Mina de Uranio de más de 200 metros de longitud y nos marcamos la "intención"
de volver para recorrerla y así visitar las galerías del otro lado. También echamos
un vistazo al comienzo de LEmpedrat. Para la vuelta hacia el este decidimos probar
suerte con un conducto de apariencia más amable que Shatter Passage. Sin embargo, aunque cómodo en
general, no carece de dificultades variadas. Entre otras: algunos pasos de
escalada en oposición, destrepes y arrastradas. No
sabría decir cuál de las dos rutas es peor. El resto del camino de salida fue
un paseíto.
Todavía
era de día en el exterior. La subida hasta el aparcamiento se nos hizo pesada, pero
en su parte final nos encontramos con un rebaño de becerros jóvenes sumamente
divertidos. Sus trepadas por las rocas nos parecieron cómicas, se les notaba
mucho que no eran cabras. Para resumir toda la incursión subterránea: nos quedó
muy claro que Vallina es una cueva
extraordinaria para seguir haciendo visitas, tiene muchos alicientes, hermosos
rincones y grandes expectativas.
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