13/12/25

MT034 (Galdames)

Texto y Foos: Ant on Ío

 

 
             En realidad íbamos a uno de los nuevos accesos al Sistema de Arenaza (San Pedro de Galdames) con un pozo de entrada de 180 metros. Pero acabamos yendo a la pequeña Cueva MT034. A las nueve nos reunimos, en la plaza frente al Ayuntamiento, Oier, Miguel y yo. Hacía frío, cinco grados, y fuimos a tomar algo caliente al Batzoki Galdames. Las charlas pronto derivaron hacia uno de los múltiples aspectos de la maravillosa y fatal "agenda 2030". Mientras tanto reíamos, o llorábamos, alguien iba venir a abrirnos el local del Burnia para coger lo necesario en la exploración; se trataba de una escalada. Pero pronto nos dimos cuenta de que "alguien" había concluido que era mucho mejor estar caliente en su cama que abriendo puertas de locales de espeleo (bueno, no estoy seguro de esto fuese así, pero es muy plausible...). Como plan B Oier nos propuso ir a echar un vistazo a un par de incógnitas de la MT034 y recoger parte del material allí empleado. Buena idea, así pues nos acercamos, en cinco minutos de coche, a un barrio de San Pedro, un poco más arriba,  y aparcamos junto a un bonito arroyo que descendía por el boscoso valle.

              Durante los preparativos Miguel constató que se había olvidado en casa el frontal, la saca, la comida y alguna cosa más. Bueno, no había problema, Oier le prestó un frontal, sin saca se va más ligero y la comida siempre puede basarse en lo que lleven los compañeros, para eso son compañeros ¿no?. Como todo estaba resuelto nos pusimos en marcha por una senda de elfos y hadas valle arriba. Ya cerca de la cueva la ruta recorre el propio arroyo de aguas claras, rocas resbaladizas y musgo por doquier.

              La entrada está camuflada junto al arroyo, en lo que parece ser un desprendimiento de bloques, y hasta tal punto es invisible que me senté en una roca frente a la boca esperando a Oier para "seguir" a la boca. Las fáciles gateras de entrada daban a una serie de salitas y cortos desniveles. Vimos, por el camino, un par de murciélagos colgando del techo, dormidos plácidamente. Un primer pozo entre formaciones nos depositó en una corta galería que llevaba a un desfonde, sobre un meandro activo, con un pasamanos bastante cómodo. Un corto tramo retorcido conducía a otro largo pasamanos. Era fácil, pero algo menos que el primero. El pasamanos acababa en la cabecera de un pozo de 10 metros que aterrizaba sobre el curso activo. De inmediato este arroyo se introducía en una estrechez acuática en anteriores visitas, estaba sifonado pero en el momento que vivíamos no. Oier aprovecho bien la ocasión y se introdujo en la estrechez a ver si podía salir a una zona amplia. Pero no fue así, sólo avanzó un poco hasta una zona sifonada.

 

 
          Comenzamos la vuelta, Miguel iba el primero y Oier desinstalando fue el último. Mientras tanto esperábamos a Oier Miguel le echo un vistazo al fondo del meandro. Le pareció muy interesante. En la cabecera del segundo pasamanos Oier nos paso todo lo recogido, entró bien en mi saca, y continuamos avanzando en el mismo orden. Mientras esperaba en una salita muy bien decorada Oier y Miguel le echaron un vistazo a una estrechez ascendente equipada con una cuerda. No pudieron pasarla, necesitará un poco más de desobstrucción. En pocos minutos estábamos fuera.

              En el exterior apenas había subido la temperatura porque el valle seguía en sombras. Para nuestro asombro Oier se metió al torrente, vestido con todo, para limpiar el equipo y el mono. Parecía disfrutar del agua con una temperatura, no estoy seguro, de entre ocho y cinco grados Se tiro varios minutos dentro del agua como si fuese la bañera de su casa llena de agua caliente. La bajada a los coches nos llevó bien poco. Ya en el pueblo volvimos al Batzoki a tomar unas cervezas y charlar de todo lo habido y por haber. Lo único que quedó claro es que próximamente volveremos a hacer espeleo. Es una actividad muy saludable, apasionante y agradecida.       

              

 

 

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