Fue un fin de semana loco. A la vez estaba nublado y salía el sol. La tierra humeaba de calor mientras caía una nevada. El viento te atravesaba de frío mientras te quemabas al sol. El viernes por la tarde fui con Amelia a inspeccionar un nuevo sector de escalada en Caloca. Para alcanzar una zona de descuelgue me metí en una escalada no muy difícil pero con la roca descompuesta. Para asegurar metía clavijas donde podía. Donde se acabo la roca empezó una canal de hierba peinada hacia abajo y muy vertical. Para no matarme puse un clavo y me baje. Al día siguiente encontramos el acceso adecuado por una cornisa herbosa en la que basto instalar un pasamanos...A las dos de la tarde se avecino un chubasco de nieve y nos fuimos
Como al día siguiente las previsiones del tiempo eran las mismas quede para ir a una cueva con Marisa y Eva. Para no alargar demasiado la salida nos fuimos a la cercana Cueva de Torno en Solórzano. El tiempo se presentaba muy similar al del sábado. Habían cambiado la hora y mientras recogíamos a Eva ella pensaba que eran las nueve cuando realmente eran las once hora oficial. Todo lo necesario para ir al Torno eran tres cascos y tres monos. Eva decía que el casco le estaba grande y que quería el suyo blanco, pero la convencí de que ese podía ir bien (de hecho no protesto ninguna otra vez) Mientras tanto Marisa se recomponía el tocado bajo el casco. Lo que más me sorprendió fue el modelo de mallas que Eva usaba bajo el mono exterior. Blancas y floreadas.
Marisa fue la primera que llego al agujero de entrada. Después de un tobogán tomamos a la izquierda a nivel y por encima de un desfonde que las cogió por sorpresa llenándolas de pánico. Llegaron a decir que se caían. Bueno, después de esto se tranquilizaron. Un par de metros más allá de la primera estrechez se dieron cuenta que la corriente entrante nos traía toda la polvareda que íbamos levantando al progresar cavidad adentro. Las consolé diciéndoles que la cueva luego se hacía más ancha y que no se notaría ya el polvo. En las sucesivas estrecheces hasta salir de Tigger Series tuvimos la misma polvareda. En esto se notaba el tiempo seco que había predominado en las dos últimas semanas.
Eva me paso su cámara para que hiciese alguna foto. Y me pidió que explicase “algo” según íbamos avanzando por la cueva. Les explique la formación de esos meandros -meandros fósiles- estrechos y altos en los que ya no circula ningún agua. Cuando llegamos al comienzo del pasamanos desfondado descendimos al nivel activo por un paso entre bloques. Así quedo más clara la explicación con un ejemplo. Recorrimos el río aguas abajo hasta las inmediaciones de Torno Chamber. A pesar de que circulaba muy poca agua los últimos metros antes de la sala, donde desagua el río de Rampant Rabbit, consisten en un laminador extremadamente bajo que obliga a arrastrarse por el arroyo. Abandonamos el intento de llegar a la sala más grande de la cueva... y volvimos por el meandro fósil hasta enlazar con la entrada a Andy’s Back Passage. Como no tenía nada claro su grado de determinación les expuse -algo exageradas- las dificultades de las gateras. Se mostraron firmes en conocer las galerías grandes a pesar de las dificultades.
El primer tramo fue el que motivo más protestas. Pero el león se convirtió en gatito y no fue tan fiero como lo pintaban. Con habilidad nos manchamos poquito. El premio por el esfuerzo mereció la pena. Las banderas -o cortinas- de The Posture of Progression forman un grupo espectacular con diferentes notas. Pero estas cortinas son demasiado frágiles para arriesgarse a darles golpecitos. Caminamos en fila india por los senderos marcados y recorrimos desde Skull Chamber hasta la escala donde termina la galería. Encontramos una semilla de manzana germinada en el lugar donde comimos unas semanas antes. Eva se excito haciendo fotos por todos lados. Como era de esperar las fotos con flash en ambiente amplios tenían brumas o estaban tostadas y/u oscuras y las que no tenían flash estaban, en su mayoría, movidas. Pero algunas salieron más o menos bien.
Poco después de las tres estábamos fuera. Había llovido bastante. Eva me aseguro que las cuevas estaban muy bien como actividad alternativa pero que si hacía buen tiempo ella prefería las montañas. Marisa me confirmo una opinión similar. Bajo estas condiciones no pude conseguir que firmaran por una estancia en la Red del Gándara con dos vivacs...Como a las cuatro dejamos a Eva al lado de su casa.
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