El sábado me voy a una cueva nueva. Vienen Manu, Adrián y Joséan -por un lado- y Jordi, Alfredo y Víctor por otro. En un bar cercano a la Virgen de la Peña algunos desayunan mientras otros se toman un café. Luego nos vamos directamente a aparcar cerca de la entrada con cuatro coches. En cada coche van dos personas (o una). Los preparativos son leves y la aproximación de dos minutos escasos. Adrián tiene que acercarse al pueblo más próximo para conseguir unas botas de goma en un Chino. Las suyas se han quedado olvidadas en casa.
La boca de Torco Culina se abre en el fondo de una pequeña dolina con arbolado. Se trata de un pequeño sumidero en el que entra un regatillo minimalista. La encontraron Jara y Adrián en las prospecciones que hicieron por la zona a lo largo del pasado verano. Para entrar por la rampa de barrillo que inicia la cavidad colocamos una cuerda con nudos de unos cinco metros. Pasado esta zona barrosa inicial la cueva se hace seca y templada. Por suerte, y previendo el clima de la cueva, me he puesto el mono de tela y poca ropa de abrigo. Voy cómodo. Mientras Joséan instala la única cuerda de la cueva paramos unos minutos. Se trata de un pocete de menos de 10 metros que, con cuidado, podría bajarse destrepando por unas cornisas.
Enseguida encontramos unas gateras un poco incómodas pero cortas. Luego la galería se hace generosa, claramente se trata de un meandro tallado en areniscas y calcarenitas. La roca brilla por doquier y hay pequeños depósitos de yeso que le dan mucho encanto al lugar. En una zona el yeso forma bonitas flores. Así llegamos a Cuatro Caminos. Manu, Jordi y Víctor se van a continuar la desobstrucción de una gatera. Joséan y Alfredo topografían una galería que va hacia el oeste. Adrián y yo trepamos a una galería superior para explorarla y topografiarla.
La topografía avanza lentamente pero el trabajo es de una eficacia absoluta. Adrián lleva un disto conectado por bluetooth a un móvil con una aplicación que recoge los datos y permite ver la topo en tiempo real. Además incorpora las medidas radiales de la galería y una facilidad para dibujar en pantalla a mano alzada la forma de las galerías y sus detalles: rocas, arena, arroyos, pozos desniveles, etc. De esa forma se sale de la cavidad con la topo de la zona explorada prácticamente acabada. Un avance maravilloso. Yo me entretengo en mirar algunas pequeñas incógnitas sin mucho empeño. Solamente echar el vistazo. Y hay unas cuantas. La galería se desfonda y conecta con otra inferior en la que escuchamos las voces de Joséan y Alfredo. Lo que hemos mirado nosotros y lo que han mirado ellos son galerías paralelas y superpuestas. Posiblemente niveles sucesivos de profundización de la zona activa en el pasado de la cueva. Volvemos todos hacia la gatera en desobstrucción. Llegamos casi en el momento inaugural. Pero antes de pasar la estrechez comemos algo.
Al otro lado nos espera una pequeña sala con algunas formaciones coralinas y coladas. La galería continúa cómoda, amplia y zigzagueante. El viento no es tan perceptible como en la gatera. En los laterales aparece una bella decoración de grandes flores de yeso. Luego hay varios caos de bloques desprendidos del techo. Son zonas en las que la galería es atravesada por diaclasas que podemos observar claramente en lo alto. Adrián sigue topografiando, ahora con Manu, mientras Jordi, Víctor y yo jugamos a mirarlo todo (Joséan y Alfredo se han ido a mirar incógnitas). Me da un ataque de risa contagiosa en una sala dominada por bloques ciclópeos. Un colgajo del techo me produce todavía más risa. Me duele el estómago de tanto reír.
Pasados los bloques avanzo un poco y me subo al techo de la galería donde quedan al descubierto los perfectos cortes de los desprendimientos y una sucesión de formaciones laterales. La cueva continua por abajo pero son cerca de las seis y tengo ganas tumbarme un rato. Me voy a esperarles al lado de la gatera. Unos minutos después llegan, repartimos el peso un poco y seguimos hacia afuera. El trayecto es corto y cómodo, salvo las citadas gateras. Salimos casi de noche. Y al cabo de un rato llegan Alfredo y Joséan. Algunos quieren ir a tomar algo y otros irse a casa a degustar el día. Así que nos despedimos allí mismo y nos deseamos todos buenos deseos. Ha sido un día encantador y fructífero.
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