Como títulos alternativos de esta crónica se me cruzaron por la mente "Encaje de Bolillos", "Sublimes Arrastradas", "Pesquería de Sacas" y "Duda perpetua". Para evitar darle más vueltas al manubrio opté por seguirme la corriente a mí mismo y ponerle "Carcavuezo 2022 beta" como si de una continuación se tratase a la crónica anterior, es decir "Carcavuezo 2022 alfa".
La cita era en Casa Germán de Matienzo como a las nueve y cuarto. Llegué un poco antes con la expectativa de encontrar el bar abierto. Pero sólo encontré a una mujer limpiando fuera del bar con un talante algo malhumorado (a causa del trabajo con seguridad). Me dijo que como muy pronto abrirían a las diez. En el entreacto vino una hormigonera que aparcó justo a mi lado, dejando el motor en marcha claro está, y un tractor que aparco enfrente, dejando también el motor en marcha como debe ser. El malhumor empezó a revolotear también alrededor de mí. Me fui a cagar a una prado cercano con la esperanza de que mi humor se disipase en el ambiente fresco y verde.
Nos encontramos los tres un poco después. Guillermo había ido hasta Mogro para traer a César algo más temprano. Ciertamente venir en tren, con transbordo en Santander, de Mogro a Solares hubiese sido bastante pesado para César. Los preparativos fueron cortos y consistieron principalmente en dejar cosas en el coche, abandonarlas a su suerte, para eliminar peso y preocupaciones. Nuestra memoria intuitiva estaba funcionando muy bien: el Carcavuezo tiene muchas zonas agateradas. El calor estaba apretando y ponerse la indumentaria de cueva no resulto agradable. Salimos enfilados.
La boca exhalaba un soplo fresco, tirando a frío de nevera, y resultaba un placer de dioses ponerse delante del chorro de viento. Nos introdujimos por ella con decisión y en poco tiempo, unos cuarenta minutos, estábamos llegando a "The Afternoon Stroll". Un nombre genial: tras un largo tramo de arrastradas, gateras, destrepes/trepadas en estrecheces y tensión continua para no resbalar en las rocas, con gran batacazo garantizado, de pronto se llega a un lugar genial y maravilloso. En él se puede caminar erguido y, además, rodeado por una galería de paisaje amable. Lo cual se asemeja al intenso placer que siente un londinense al darse un paseo al atardecer por el Hyde Park o Kensington Gardens tras un duro día de trabajo en la city. O tal vez no pero quizás sí.
La continuación es evidente y cómoda hasta "Red Column Chamber" donde se encuentra una de las pocas formaciones del Carcavuezo: una fina columna alta y roja. Aquí giramos hacia el norte abandonando la galería que conduce "The Duck" hacia el este. Por el lateral derecho de la galería una fácil travesía con buenos agarres evita un desfonde. Un poco más adelante hay que realizar un fácil destrepe para abandonar, descendiendo, el nivel de la galería principal (destrepe por la izquierda) hasta el acceso (a la derecha) a "Chasing the Dragon". Me imagino que el nombre (Persiguiendo al Dragón) hace referencia a que el viento de cara se hace evidente sólo en ese conducto de entre los conductos que hay en esa zona. Hay algunas tramos en que hay que ir agachado, sin mayores problemas, hasta que la morfología laminar del conducto se hace meandrosa. Se deja a la izquierda una desviación (que nos haría volver sobre nuestros pasos) y se avanza en plan meandro con charcos. De pronto se alcanza un punto en que el meandro se escinde en ángulo muy agudo en dos meandros del mismo calibre y aspecto. El correcto es "Keep right for smack" (libre traducción: "El olfato me dice a la derecha"). Este increíble conducto emerge en una gran galería ancha y alta de perfil rectangular 10x5. Tomando a la derecha (este) unos doscientos metros de caminata sobre arenales y hermosos suelos arcillosos nos conducen al "Rinoceronte". Se trata de una roca con aspecto de rino, incluso el cuerno y el tamaño de ese animal. Por supuesto paramos a hacernos fotos. Guillermo iba haciéndonos fotos y vídeos con un móvil que tiene dedicado especialmente a zonas comanches. La calidad de las tomas, vídeos y fotos, es muy notable.
Durante todo el recorrido tuvimos que consultar la topo, las dudas me asaltaban a menudo. En numerosas ocasiones, a pesar de que tanto Guillermo, como César, como yo habíamos visitado ya el Carcavuezo. La última vez con César el 25 de junio de 2016. La primera con Guillermo el 8 de septiembre de 1998. La lectura de la crónica del 98 me permite ver la enorme diferencia de capacidad e iniciativa que tenía(mos) antes y ahora. Antes con una topo rudimentaria de la zona de entrada pudimos alcanzar más allá del Rinoceronte por mera intuición. Ahora con una topo excelente renqueamos para llegar al mismo lugar. Me da la risa. Una duda fundada en lo poco familiar que me resulta la zona por la que vamos, a pesar de que no hemos detectado desviaciones obvias, nos induce a sentarnos y almorzar. Atrás, cerca del rino, hemos pasado al lado de una cuerda que accede a una galería colgada que los ingleses tienen en exploración.
Aclaradas las ideas atravesamos la zona donde llegamos Cesar y yo en 2016 (en aquella ocasión avancé un poco más). La galería es muy especial, con arenales y grandes rocas formando desfiladeros. Para seguirla (noroeste) hay que realizar varios curiosos y creativos destrepes y trepadas. Es como jugar al escondite en las Cuevas de Moria. Nos quedaba poco para "Big Balls Corner" punto en que comienza la conexión hacia "Rocky Horror". Nuestra excitación iba en aumento. La entrada a la conexión es una gatera que no invita a tirar cohetes. Primero tuvimos que trepar una estrechez bastante incómoda. Como el angosto conducto entre bloques no me parecía demasiado obvio saqué el rollo de 5oo metros de hilo de pescar que había traído, por si llegaba el caso, y atándolo a una primer bloque inicial lo fuimos tendiendo por todo el recorrido. Nos dio mucha tranquilidad. La zona era agaterada y retorcida continuamente. Al cabo de un rato el conducto descendió y se abrió, llegando a galería amplia. Hacia el oeste (nuestra dirección hacia Rocky Horror) unos bloques imposibilitaban el acceso, aparte del gran desnivel vacío que había. Hacia el este (hacia Cueva Llueva) era la dirección contraria a la deseada y la cosa tampoco pintaba bien. Sin embargo mirando con más atención descubrimos en un recodo del descenso hacia el este una ventana que daba al oeste. Una cuerda con lazos garantizaba que era la ruta correcta. Sin embargo decidimos de común acuerdo no intentar descender ya que no teníamos material para asegurarnos a los lazos y el aterrizaje sobre una roca picuda podía derivar en un gran batacazo con caída mucho mayor a continuación. En estas circunstancias iniciamos el retorno pero con la alegría de haber dado con la ruta correcta hacia Rocky Horror.
Antes de introducirnos de retorno en "Keep right for smack" paramos a coger fuerzas con una comida abundante. La vuelta se nos hizo bastante más corta, las dudas se habían evaporado, hasta que volvimos a entrar en las estrecheces. El cansancio se había acumulado. En un movimiento no calculado César me paso la saca por un hueco, entre bloques, incorrecto y esta cayo a una zona casi inaccesible. Unos momentos de desconcierto nos llevaron a una solución creativa: el mismo hilo guía que habían dejado los ingleses para no liarse en esta zona nos sirvió como hilo de pesca y en su extremo un mosquetón abierto, con la ayuda de una goma, nos sirvió de anzuelo. Cesar pescó la saca a la primera y todos respiramos tranquilos. Dentro estaban las llaves de mi coche... Cincuenta metros más allá tuvimos un rato de parto difícil para ascender la estrechez equipada con cuerda de nudos. El cansancio iba en aumento desbocado. Cerca del río Guillermo lanzo una saca al otro lado de un bloque y tuvo que ir a pescarla por un agujero. Un centímetros más y se hubiese caído al río. Tras todos estos avatares no hubo más percances, menos mal, hasta la salida. Solo el cansancio acumulado resultaba espectacular.
Una bocanada de horno nos esperaba en la superficie. La vuelta a Casa Germán se nos hizo muy cansina. Notaba la sequedad y el calor exagerados por el contraste con el ambiente en el que habíamos estado durante ocho horas y media (este había sido nuestra estancia en la cueva). Calculamos que en cuatro horas más nos habría dado tiempo de alcanzar Rocky Horror y volver. Es decir tendremos que invertir unas doce horas, o más, si queremos llegar a verlo. Bueno con algo más de entrenamiento quizás se podría reducir el horario. Todo depende de la inspiración que tengamos. Me puse ropa limpia y ligera a la máxima velocidad que pude dar y me senté en la sombra a una mesa de Casa Germán. Pedimos cervezas para hacer una excepción excepcional. Mientras, pudimos ver en el móvil de Guillermo algunos de los vídeos que había tomado. Unos documentos inolvidables. La cosa que se revolvía mientras bebíamos cerveza helada es si vamos a ser capaces de "decidir volver" a buscar Rocky Horror. Yo pienso que sí pero no sé lo que dirán César y Guillermo. En poco tiempo saldremos de dudas. Es lo que suele decirse: el tiempo dirá.
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