Como el deseo de hacer espeleo era cada vez mayor propuse salir el sábado. Nadie podía, salvo César con Mateo. El proyecto de ir a una cueva con niños estaba preparado para el lunes así que esgrimí como propuesta varias cuevas serias, Salcedillo, Coverón, Calígrafos... La única que no tenía cuerdas era Calígrafos (posteriormente varias descripciones describirían dos resaltes con cuerda). Hace tiempo que tenía ganas de conocerla, sobre todo porque pensaba que sería un camino bastante más cómodo que el de la Fuente de Bustalveinte para alcanzar la zona oeste de la Red del Gándara, permitiendo hacer visitas más "cómodas" a este sector de la gran cueva. Finalmente fuimos a Calígrafos César, Mateo, Marisa y yo.
Nos citamos en Solares. La carretera a Lunada tenía mucho tráfico y muchos ciclistas, se hizo muy lenta la subida. El Puerto de Lunada estaba abarrotado de coches aparcados, pero por suerte encontramos un hueco. Por suerte también el sol estaba velado y soplaba un airecillo fresco que invitaba a caminar. El trayecto por el collado de Bustalveinte hacia la entrada de la cueva se convirtió en un agradable paseo contemplando el paisaje.
La corriente de aire entrante era cálida y seca pero enseguida se hacía fría y húmeda al igual que las paredes y el suelo. Pronto nos metimos en una zona agaterada que nos condujo a una estrechez (desobstruida), desembocando en una galería descendente a 45º de pequeñas dimensiones. Por suerte pude darme la vuelta y bajar de pies ya que de cabeza hubiera sido bastante desagradable. A partir de ahí la galería se hacía más humana pero el avance era sentado o a gatas. A veces había una especie de pórticos redondeados que daban paso a otro sector análogo al anterior. Después de un tramo de longitud indefinida con esa dinámica la galería se hizo más ancha pero no más alta, estilo laminador. La tónica no cambiaba pero lo esperado no era eso. Debido a que la travesía de W a E del Gándarase inicia en Caligrafos por laGalerie du Lézard uno supone que es la ruta más cómoda. Pero hasta el momento la Galería del Lagarto no representaba una ventaja respecto a la ruta de la Fuente de Bustalveinte (Río de la Conjugaison) sino más bien una decepción. De hecho recordaba la Conjugaison como una ruta netamente más cómoda aunque tampoco podría definirla como un camino tranquilo y amable.
La mayoría de los coches se habían marchado ya del portillo. De bajada hacia el valle del Miera paramos en el mesón de las Escuelas y echamos un vistazo detenido a la topografía de la zona W del Gándara. Desplegada en la mesa era una auténtica sábana que asombró a niño y mayores. Quedó muy claro que hay mucho que conocer en este sector, pero se trata de empresas esforzadas solo aptas para espeleólogos resistentes, entusiastas... y realistas.
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