El 27 de julio Pep, sus amigos Max y Sandro, César y yo quedamos para hacer la clásica travesía Rubicera-Mortero de Astrana. A las 7 y media me reuní con César en Solares y poco después de las 8 estábamos en Arredondo. Desayunamos un poco y preparamos las sacas. Los coches fueron hasta el Mortero, el de César quedo arriba, y en el de Pep volvieron a bajar hasta la curva frente a la cascada. Mientras, Max, Sandro y yo esperamos en la curva.
Durante un buen rato, senda arriba, tuvimos sombra, siempre bordeando el haza sobre el Valle del Asón. Luego ascendimos hasta las grandes hayas para llanear un poco hasta las canales de bajada. La cuerda que puse hace muchos años aún sigue ahí. La camisa se ve ajada pero el alma parece intacta. Nunca se sabe. Un poco más abajo entramos en la gran boca de la Rubicera. Salía un aire fresco que agradecimos.
En la rampa de entrada encontramos instalada una cuerda poco útil. Luego anduvimos por la hermosa senda que se ha ido marcando con el paso de la gente hasta llegar a la estrechez que ahora llaman Paso de la Licuadora. Más allá optamos por la ruta alta por su belleza y grandiosidad. Un poco después hicimos un alto en la Teta. El camino hacia el pozo de 30 (llamado ahora del Chocolate) era una buena autopista. Al llegar a la zona donde se toma el conducto que lleva al pozo me resulto poco familiar el paisaje. Pero la señalización era clara. El pozo de 30 estaba bien instalado y las cuerdas en perfecto estado. Sin embargo Pep, de forma generosa, dejó allí la cuerda que llevábamos para recambiar la instalación cuando sea necesario.
Hay dos rutas marcadas hacia el río de las cuales la más cómoda es la de la izquierda. Y justo para bajar al río ya no es necesario destrepar porque hay una cuerda instalada. El Río de la Rubicera es precioso y una sorpresa mantenida. Además es muy divertido ir buscando la zona donde menos te mojas. En la Vía Real te haces la pregunta de como es posible un conducto tan cómodo. Pero luego ya no es tant cómodo al volvernos a unir al río. Hay que poner bastante atención (convendría instalar unos pasamanos) en los syios más delicados para ir bien hasta el balcón sobre el pozo de 90. La instalación del pasamanos sobre el pozo estaba impecable. Al otro lado hicimos una buena parada para comer y descansar. De aquí a la Sala del Descanso había más trayecto del que recordaba en mis recuerdos. Los pozos ascendentes me parecieron incómodos y resbaladizos. y los descendientes cómodos y agradables. Con todo llegamos al Río del Mortero. Pep, que iba algo detrás, se despisto hacia el Gran Pozo cinco minutos.
Lo verdaderamente cansado estaba aquí ante nosotros. Había tres alternativas a cual peor:
a) Pasar nadando el lago con neopreno
b) Hinchar un bote y pasar remando
c) Hacer el mono en los pasamanos atléticos a 10 metros sobre el lago
b) era imposible pues no había bote y a) para mi tampoco era posible pues no traía neopreno. Así pues me quedé con c). El resto usaron el método a).
Cuando acabé los pasamanos estaba un poco reventado pero no muerto. Quedaba salir de allí por las marmitas, subir las rampas, la gran pedrera, el pozo de entrada y el camino de salida. Yo iba cansado y los demás más o menos también, pero Max iba muy cansado. De cualquier forma fuimos avanzando, con alguna duda, y al atardecer salíamos y llegábamos al coche. Unas 8 a 8+1/2 horas en total sin contar la excursión a la boca. El atardecer fue majestuoso, entre nubes y rayos de luz filtrados pero con algo de tráfico en la carretera de subida a Entremazos. Nos llegó un mensaje con la noticia de un espeleólogo francés muerto en un accidente dentro de una cueva cercana a los Corrales del Trillo. Nos dejó impresionados por su cercanía.
Una hora después, en Arredondo, disfrutábamos de unas cervezas. Había sido un hermoso día rodeado de amigos.
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