Durante la semana del 22 al 28 de julio Pep, mi amigo andorrano, estuvo con sus amigos Max y Sandro haciendo espeleología en Cantabria. Quedamos en hacer una travesía clásica el domingo 23; la travesía Torca Fría-Cueva del Lobo. Era el día de las elecciones nacionales y quedamos en Arredondo no muy temprano. En Solares se me unió Manu y desde allí continuamos en la furgoneta.
Pep y sus amigos italianos estaban ultimando el desayuno en un bar de Arredondo. Apenas presentados continuamos valle de Asón arriba en el coche de Pep. Aparcamos cerca de las cabañas del Carrascal, nos preparamos y partimos cuesta arriba. El calor no era excesivo pero, junto con la humedad y los tábanos, hizo el ascenso muy ingrato. Paramos un par de veces bajo las hayas para revivir un poco. A la una estábamos entrando por la boca de la torca.
Sabíamos que la equipación estaba renovada y reforzada pero no contábamos con que los pozos de entrada, retorcidos y raros, estuviesen instalados para cuerda doble. Fue una gran decepción mirar hacia abajo y no tener el material adecuado. De cualquier forma pensé que dejar para doble estos primeros pozos no era la opción que yo elegiría ya que, de inmediato, cortas la posible retirada y la instalación en doble es algo enrevesada. Dicho de otra manera: la ruta se hace más deportiva pero pierde en encanto. De cualquier forma tocaba hacer otra cosa.
Durante la bajada sopesamos distintas opciones y llegamos rápidamente a la conclusión de que visitar la boca de salida de la travesía, la Cueva del Lobo, era una opción atractiva y que no nos exigía pérdidas de tiempo. Bajamos hasta el parking y subimos con el coche hasta las cabañas de Zucía (hubo alguna dudas debido al cartel de "prohibido para vehículos no autorizados"... ya que Manu daba por hecho la multa). La corta caminata por el bosque de hayas no nos defraudó. En unos minutos estuvimos listos para entrar por el ojo de la cerradura.
Hacer la ruta de la travesía en sentido inverso hasta el final de la Galería des Handicapés (o Tullidos) era el objetivo que nos habíamos marcado. La cueva es bastante exigente y la atención a desfondes, trepadas, destrepes y terreno resbaladizo debe ser constante. En poco tiempo alcanzamos la Sala de la Cabra y la gatera de acceso al largo pasamanos que está muy bien instalado actualmente. El pasamanos supuso cierto desgaste. Recorrimos con alegría las galerías hasta la Sala del Balcón, giramos a la derecha y llegamos al Meandro Negro y Sala del Carbón. Allí descansamos un rato mientras Pep fue a mirar un poco la Galería des Handicapés. La vuelta a la boca no presento ningún incidente salvo el cansancio del pasamanos. Antes de salir mis compañeros fueron a visitar la Galería de los Osos. A la salida el bosque de hayas estaba sumergido en la niebla, fantasmal y bello. Los elfos eran una consecuencia lógica del ambiente onírico.
Volvimos suavemente disfrutando del momento. En pocos minutos estuvimos libres de la ropa de cueva y listos para relajarnos mientras Pep conducía valle abajo hasta Arredondo. Unas cervezas y unos buenos platos sirvieron para conocernos un poco mejor. A la vuelta con Manu en la furgoneta asistimos desde Alisas a una puesta de sol fantástica acompañada por buena música, algo inolvidable...
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