Fotos: Ant on Ío & César
Texto: Ant on Ío
la cosa es como te digo: uno quiere ir a hacer esto o lo otro, mirar ese agujero, hacer la excursión de por allá, escalar esa vía que hay en aquella tapia... y se dice a sí mismo: en navidades voy a tener un montón de oportunidades y de tiempo, los amigos están de vacaciones, todos tenemos ganas de salir... pero ocurre: hay mucho intercambio social, mucho whatsapp, mucho estar en todos sitios a la vez, montones de cenas, comidas, almuerzos, aperitivos y sobremesas euforizadas de formas variadas... y entonces: no hay casi tiempo, ni ninguna gana de hacer excursiones o escaladas o incursiones en subterráneos.
primero, entusiasmados, quedamos para la última semana de diciembre, luego pospusimos, ya menos decididos, para el sábado 30 de diciembre y finalmente, apocados, para el martes 2 de enero pero a las 11 de la mañana y sólo César y yo y con pocos planes en la cabeza. Con un librito de cuevas como ayuda, se lo había comprado hace poco, César sugirió que fuésemos a la 0072 de Matienzo. Y yo estuve de acuerdo porque no estaba en modo organizar sino muy al contrario: dejarme llevar por un plan ya pensado. Sentados en el coche y mirando el paisaje estuvimos calculando con la información que teníamos donde estaba la cueva. Una cabaña a la vista era la clave. Subir treinta metros y girar a la derecha por el bosquecillo.
soplaba un fuerte viento, suroeste o así, y el cielo estaba gris con nubes nítidas. Cuando abrí la portezuela del coche, ya cerca de Seldesuto, el viento me la arrancó de la mano. Quitarse y ponerse ropajes fue un tema interesante, todo bien amarrado para que no saliese por los aires. César estuvo un poco preocupado durante un buen rato, la cavidad estaba en el punto de mira, habían robado huesos valiosos. Publicar libros de cuevas es bueno y malo, la información puede servir a los profesionales de los minerales y de los restos arqueológicos.
la entrada se mostraba coqueta. Un parabolt de 10 inútil para nosotros, un puente de roca, un árbol sospechoso y luego otro árbol pero fiable. Una tirada de más de 20 por el embudo resbaloso. Abajo una pedrera inclinada habitada por salamandras hermosas, luego estaba la cueva. Primero fuimos a la derecha siguiendo el sentido de bajada. Una agachadita y entramos en una hermosa sala. Muchos gours, muchas coladas, muchas estalactitas, muchas estalagmitas, muchas fotos. En varios sitios nos descalzamos para evitar manchar más. Los torpes espeleos anteriores habían pisado y manchado, nada tan fácil como haber balizado con senderos esta pequeña cavidad, nada tan evitable como hacerlo, nada tan sencillo como ponerlo en marcha desde federación, medio ambiente y cultura...
más tarde, el tiempo pasaba sin sentir, fuimos a la izquierda. Otra sala con más gours, más estalagmitas, más manchas en el suelo, más de todo y una hermosa columna dominando el paisaje. Las zonas con huesos estaban esquilmadas aunque en el intento habían destruido una parte del botín. Evitar este tipo de acciones es muy difícil. Sí, es tremendamente difícil, extremadamente difícil, es imposible. Es el ser humano. Seguro que hay beneficio en el tema. Puede que controlar el mercado de restos fósiles sea la mejor forma de luchar contra ello. Hice más fotos.
luego subimos el pozo, César farfullando sobre todos los roces. A mí me dio por usar el pantín, pero no era nada cómodo pues había que controlar la posición corporal propia con los pies sobre las resbaladizas paredes del pozo. Nada especial. Arriba el viento continuaba y eran casi las cinco. Nos fuimos al bar de German pero no había nada, nos fuimos a un bar de Solórzano pero no había nada, seguimos a Solares pero no había nada, seguimos a Astillero pero no había nada, entremedias un embotellamiento en los centros comerciales, y luego a la estación FEVE de Mogro, pero no había nada y luego a otro bar, más adelante, pero no había nada. De vuelta, después de dejar a César, paré en el LUPA de Astillero y me compré una bolsa de cortezas, otra de patatas y un par de botellas de Martini y me fui a casa.
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