Texto: A. Gonzalez-Corbalán
Fotos: M. Fernández Liria
12/10/2015
Tarde más de un mes en conseguir un compañero. Un compañero para topografiar y seguir explorando en el Patio. En realidad al final conseguí dos compañeros. Para el día 11, domingo, había quedado con J. Ángel y “medio” quedado con Miguel. Al final las cosas no cuadraron como debían. Intente volver a quedar para el día siguiente, 12 de Octubre. Finalmente sólo vino Miguel. Nos vimos en Ramales a las nueve y media.
Amenazaba llovizna cuando entramos. Miguel se llevo un paraguas, por si acaso a la salida diluviaba. Mientras íbamos revisando la balización cercana a la entrada se me ocurrió un sistema que mejora la fijación de los tapones a las varillas: una vez ubicada la varilla se mete un tapón varios centímetros por debajo de la punta; luego se inserta el hilo dando varias vueltas y se remata con un nuevo tapón. El hilo queda estabilizado en un sándwich formado por dos tapones.
Así, revisando, con mucha tranquilidad, fuimos acercándonos a la zona de exploración. La Chimenea del Patio estaba seca. Comenzamos tomando datos, con el nuevo disto, desde la ventana hacia la derecha (Pequeño Patio) Cuando llegamos a las grandes coladas de color cremoso nos pusimos escarpines. A la vuelta pegue un largo patinazo sobre una de lashermosas coladas. Esquié sobre escarpines como pude y me faltó muy poco para caer. Afortunadamente una varilla me ayudo a frenar definitivamente el patinazo.
De la ventana hacia la izquierda había mucho más trabajo. Fuimos rápido hasta la Zona de Los Caracoles. Luego empezaron las desviaciones y el lío. La Galería Nacho, el Camino del mago, y sus varias desviaciones, y la galería del Patio Grande. Lo más sorprendente fue que la galería Nacho ostentaba un soplo saliente más que notable.
Más allá del Pozo Costroso el trabajo se complicó por lo delicado de los suelos y por la necesidad de explorar alguna, en apariencia, prometedora ramificación. Finalmente dimos por cerrado el trabajo en el Pozo Decorado por falta de tiempo, de ganas y de taladradora.
Las ganas de mirar todas las posibles continuaciones se habían multiplicado y deseábamos volver cuanto antes al Patio. Lo celebramos en un bar de Ramales.
18/10/2015
Después de sopesar las predicciones meteorológicas quedé con Miguel el domingo 18 para continuar explorando. J. Ángel se había animado a venir aunque al final no pudo. Por el contrario me encontré con la sorpresa de Sheila, una espeleóloga del Burnía con ganas de conocer otras zonas. A las diez de la mañana nos encontramos los tres en el parking cercano a la cueva. Los preparativos fueron un poco confusos debido a la duplicación de objetos -chapas, taladro…- y a la multiplicidad de objetivos: topografíar, explorar pozos, salir rapelando en doble, balizar, visitar una zona que lleva llamando la atención de Miguel desde hace meses, etc., etc., etc. En el proceso de selección de material elegimos la taladradora de Miguel cosa que, más tarde, sentiremos haber hecho.
Tras los largos preparativos la aproximación a la cueva se nos hace realmente corta. Mientras Miguel le explica a Sheila, a medida que avanzamos, parte de la historia de lo que va observando yo me dedico a dejarme caer en mis pensamientos. A vagar en el vacío lleno de formas al que solemos llamar mi mente. A veces me cuesta seguir la rápida conversación entre ellos dos en la que intercambian, sin fin y entremezclándose, palabras.
Ascendemos por la chimenea hasta la ventana y tomamos el camino directo al Pozo Decorado. Solo paramos para colocar un pasamanos que haga cómodo el pasaje de la Dolina de Barro y otro que haga seguro el flanqueo del Pozo Costroso. Durante la colocación del primer, y único, parabolt del pasamanos percibo la poca alegría del taladro. Parece que las baterías son un tanto cochambrosas. Antes de llegar a la exploración del pozo acordamos balizar el corto recorrido que va del Pozo Costroso al Pozo Decorado. Se trata de suelos-filigrana y ya hemos pasado un par de veces sin marcar con detalle el recorrido. Es hora de hacerlo. En menos de media hora acabamos la balización. Recordemos la lección: la conservación de lo explorado tiene prioridad sobre la velocidad de exploración. Es una lección que debemos practicar en nuestra exploración cotidiana si queremos llegar a transmitírsela a los demás exploradores.
Por fin hemos llegado los tres al Pozo Decorado. Me preparo con todo la parafernalia necesaria para un pozo largo. Ya en el primer parabolt noto el renqueo de la segunda batería. Veremos cuantos mete…. En aras de la economía meto solo un parabolt en la cabecera. No es muy preocupante porque el pozo es tan estrecho y tiene tantas formaciones que puedes bajar destrepando. De hecho monto un fraccionamiento en una columna cinco metros más abajo. El pozo se va estrechando progresivamente y parece no tener continuación. A pesar de ello bajo hasta el fondo. Pero las cosas no son lo que parecen; resulta que si existe continuación, aunque estrecha y con necesidad de una pequeña desobstrucción. Mas aún: se nota un débil soplo procedente de la estrechez. En realidad la estrechez es muy corta pero incómoda. Con el aparataje que llevo encima es del todo imposible que pueda pasar o pensar en trabajar. Lo mejor es, si se decide su desobstrucción, bajar destrepando, y asegurado, con una cinta como arnés. Llevar más cosas sería muy poco práctico. Y como única herramienta una maza. Recogemos toda la instalación pues, de momento, no estamos por la labor. Si la topo no nos confirma que estamos sobre una galería conocida y somos incapaces de identificar el final del pozo en dicha galería, sería el momento de volver a explorar el Pozo Decorado.
A continuación nos metemos a explorar el Pozo Tobogán. Montamos la cabecera en un natural y luego consigo meter un parabolt para fraccionar. Una caída en volado de menos de diez metros nos pone en una bonita galería con tres bifurcaciones que se acaban en pocos metros. La galería en sí misma da a un balcón y se precipita a un amplio espacio que intuimos conocido. El suelo está a unos 10 metros pero me he quedado sin batería y no podemos terminar la instalación. Pendiente queda la exploración de una atractiva chimenea que da al pozo y, por supuesto, su topografía. De vuelta aparece otra posible continuación a partir de una pequeña galería colgada sobre la Rampa de los Huesos.
Aunque Miguel insiste en visitar las galerías zigzagueantes -le llaman la atención desde hace tiempo- no encuentra eco ni en mí, ni en Sheila. Después de una tranquila parada para merendar pan con chocolate continuamos hacia la salida. A las seis estamos charlando junto a los coches. Un cachorro de mastín se une a nuestra tertulia y recibe, a Sheila le encantan los perros, abundantes sobras de comida. Falta poco para que lo meta en el coche y se lo lleve a casa. Le haría compañia a su otro perro pastor alemán…
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