13/8/16

Interior y Tímida (Jugando al Escondite)


A mediados de agosto estaba de vuelta en Santander trás un viaje por el norte de Europa. Nuestra estancia en Estocolmo y, después, en Finlandia había sido como un soplo de aire fresco, literalmente hablando también, en la viciada atmósfera hispánica. Las sesiones fotográficas del mes de julio habían quedado atrás y una energía renovada me empujaba a realizar nuevas sesiones. Algo antes de iniciar el viaje había hablado con Jara de este proyecto, quien se mostro entusiasmada de participar. Así que aprovechando que había una concentración/convocatoria de espeleólogos el sábado 13 de agosto en Bustablado hablé con ella y no sólo le pareció bien, sino que consiguió implicar a dos amigos, Ruben y Logan, como ayudantes. Además se curro el conseguir dos o tres trajes y zapatos para la sesión.
La cueva escogida era fácil, corta y bonita: La Buenita. A pesar de que yo había entrado en La Buenita hace muchos años no recordaba donde están las excéntricas. Sin embargo Marta se ofreció a guiarnos hasta la zona y, de paso, a realizar una revisión de los bichos caídos en las trampas. Marta está realizando un proyecto de investigación sobre artrópodos cavernícolas. Quedamos todos a las 10 en el Bar La Gándara. La que primero llego fue Marta que me acribillo a preguntas sobre fotografía. Yo estaba algo parco de palabras pero alguna pregunta contesté. Al cabo de un rato llegaron Jara y sus amigos.
Nos preparamos en pocos minutos, ya que había poco que preparar, y Logan, que iba en manga corta y pantalón corto, cogió una saca para ayudarme. Marta nos guió a través de la galería de mina de entrada y luego por la escalerilla y las grandes galerías. Le costo un poco encontrar la zona de las excéntricas pero al final lo consiguió. Por el camino nos enseño una zona de formaciones clásicas -muy atractiva- y varias trampas de bichos. Estaba empezando a tener prisa por llegar porque sabía que nos esperaban largas tandas de fotos y la mañana se estaba evaporando. Pero por fin llegamos.
Lo primero fue ubicar un lugar para extender las cosas y que Jara pudiese cambiarse de ropa. No fue difícil ya que la sala es amplia. Demasiado amplia para iluminarla toda. Primero hice pruebas de enfoque e iluminación con Marta. Mientras tanto ella seguía haciéndome preguntas. Estaba claro que deseaba participar activamente en el trabajo. Cuando vio que la cosa se ponía muy pesada opto por ir a realizar la recogida de trampas.
La primera tanda fue con el traje negro bajo las excéntricas blancas. Después de un buen montón de fotos cambiamos al traje de flores y más centrada en la zona de excéntricas.  De vez en cuando se organizaba un guirigai porque todos trataban de dar instrucciones a Jara. Pero la instrucción principal era la siguiente: no se trata de conseguir poses sexys que provoquen a los tíos sino de expresar la paz o el placer interiores que provoca la belleza del mundo subterráneo. Sin duda infinitamente más difícil que provocar a los tíos (para lo cual no hay que hacer practicamente nada).
La siguiente tanda fue con el traje azul al borde del (un) abismo. En esa tanda nos entusiasmamos mucho, pero también empezamos a hartarnos de la zona. Así que recogimos todo y nos fuimos a la zona de formaciones clásicas. Los ayudantes desaparecieron aburridos de tanta foto y tanta pose y nos quedamos Jara y yo solos. Posiblemente fue el mejor momento para que ella expresara su creatividad. Sobre todo jugando al escondite con los fantasmas. El mundo subterráneo como terreno de juego de nuestras fantasías surrealistas.
Después de recoger todo tardamos menos de diez minutos en salir. Mientras acababan de cambiarse me acerqué al bar La Gándara y pedí una pinta de cerveza para matar el rato. Una hora más tarde me di cuenta de que no iban a venir nuunca porque se habían ido a Bustablado. Conduje hasta allá en un estado de felicidad notable y allí me los encontré en uno de los dos bares. Cayeron un par de cervezas más. Vimos las fotos en la pantallita de la cámara. 
Era temprano y, previsiblemente, la barbacoa no iba a empezar antes del atardecer. Así que me despedí de todos ellos (de los que estaban y de los que no estaban)  y me fui a Setien en donde me esperaba una gran reunión familiar.  Había sido una sesión memorable.



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