Primera parte (primeros del
2017)
Un día, hace meses ya, fui a visitar a mis antiguos
compañeros de trabajo. Les enseñé algunas de las fotos que estaba haciendo en
cuevas. Creo que fue a Otilia, o tal vez fuese a mí, a quien se le ocurrió la
idea de hacer una foto en una cueva del equipo, infantil o junior, del Racing.
Esto era posible dado que Otilia mantiene una vinculación importante con dicho
equipo. Ella es, además, profesora de Educación Física y por lo tanto sintoniza
con facilidad con los chicos del equipo y con los entrenadores. Me gusto la
idea. Consideré que difundir una foto como esa era una manera muy eficaz de
llevar a los jóvenes el mensaje de que el Patrimonio Natural Subterráneo merece
algún interés. O al menos de que aquí, en Cantabria, hay muchas cuevas y muy
bonitas. Sin embargo era una idea difícil de realizar. Además de la aprobación
de los padres (y de los chicos) era necesario el visto bueno del Jefe de Prensa
y de la Dirección del Racing. Debido a la cantidad de compromisos y
condicionantes de un club como el Racing los permisos para ir a hacer la foto
no iban a ser pan comido.
Algo después, en primavera, volví a hablar con Otilia.
Ella había hecho gestiones sobre el tema pero las cosas se retrasaban y no
había respuesta concreta. Quizás en mayo/junio se podría. Si embargo los días
pasaban y no había movimientos. Le sugerí ir a hablar yo mismo con el Jefe de
Prensa y explicarle el proyecto. Pero eran fechas complicadas para conseguir una
entrevista. Así pues las cosas, y en parte por mis propios compromisos, las
circunstancias aconsejaron posponer el tema a septiembre. De todas maneras
intente dos gestiones para conseguir un equipo. Una fue el femenino de
balonmano de Castro y otro el de remo de Maliaño. Las
cosas no funcionaron.
Segunda parte (septiembre y octubre del 2017)
A
finales de agosto reanudé mis contactos con Otilia. Me dijo que los permisos
estaban conseguidos salvo el visto bueno de la Dirección. Durante la segunda
quincena de septiembre permanecí a la espera y mientras tanto realicé dos
salidas a la Cueva del Escalón para preparar la sesión. En una primera salida
con Marisa localicé tres buenas zonas para la foto e hice varias tomas de
prueba. En una segunda salida, yendo yo solo, tomé varias fotos de la zona de
entrada para componerlas en un collage. Esto proporcionaría el paisaje de fondo
de la foto con el equipo.
La
falta de respuesta por parte del Racing me empujo a buscar otros equipos. Fue a
través de mi amigo Chus como conseguí contactar con un entrenador –Pedro- y con
el director –Miguel- del Club de Fútbol Los Ríos. Sin embargo conociendo ya las
dificultades que conlleva mover a un equipo de chicos junior no abandoné las
búsqueda de otros posibles equipos.
Una noche que andaba por la Plaza Porticada
visitando los stands de la Noche de la Investigación Científica me encontré con
dos compañeras de espeleología, arqueólogas en activo, que andaban en el stand
de esa disciplina. Les enseñé algunas fotos y Ana, una de ellas, me recordó que
pertenecía al equipo femenino de rugby de la Universidad de Cantabria. Bingo!! ella
quería ayudarme a hacer la foto y vendría con todas las compañeras que pudiesen. Hay que tener en cuenta que un
equipo de rugby pone en el campo de juego a catorce jugadoras. Después de
varios días, tras hablar con sus compañeras, consiguió que cuajase una cita
para la foto con seis o siete jugadoras. El sábado
ocho de octubre iríamos por la tarde a hacer la foto.
A las cuatro y media del sábado me reuní en
Solares con Ana y María, arqueólogas ambas, Mary, profesora de francés, Lara,
Valva, enfermera, y Egatia. Nos arreglamos en dos
coches, el mío y el Prius de Lara. Cuando llegamos a
Val de Asón la sombra de las montañas caía sobre la
ladera Oriental de Peña Lavalle. Mejor que mejor para caminar. Las chicas del
rugby tenían un espíritu positivo y colaborador y en poco tiempo todos
estuvimos listos. Cuando les dije que al entrar en la cueva había algo de barro
se rieron de mí. En el rugby se revuelcan en el barro.
Mientras colocaba los flashes en posición Ana fue a
dar una vuelta por la cueva con las chicas. Para las tomas use un 55mm que,
aunque no daba un campo suficiente para el paisaje, proporcionaba una nitidez
perfecta. El paisaje ya estaba conseguido anteriormente. En media hora hicimos
veinte fotos en todas las poses posibles. Incluidos varios lanzamientos del
balón apepinado. Les propuse hacer varias tomas en
otra localización más al interior. Una salita con el techo cuajado de
formaciones y como telón de fondo la oscuridad de la lejanía. En cinco minutos
estábamos en posición. Se trataba de un sitio más fácil que el anterior.
Hicimos otras veinte tomas, recogimos todos los trastos y fuimos saliendo.
Anochecía cuando llegamos al exterior. A Egatia, que cojeaba un poquito, hubo que ayudarla varias
veces. Por el camino de vuelta paramos a visitar Coventosa.
Siempre motiva llevar a gente no iniciada en la espeleo
a una boca como la de Coventosa. Es un sitio perfecto
para contar historias y batallas de espeleología. Siempre conviene echar el
anzuelo a ver si a alguien le atrae el mundo subterráneo. En Arredondo, ante
unas cervezas les continué contando bellas historias de espeleología.
Aparentemente ninguna de ellas, salvo Ana, decidió ir más allá en estas cosas.
Pero nunca se sabe…
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