El viernes seis de octubre me pase por el local del
club para confirmar el préstamo de los cascos con iluminación led. Los
necesitaba para la foto del sábado. Y
de paso quedamos para visitar el Hoyo de Lláneces el domingo. En total íbamos a
ser cinco: Nano, Lucy, Julio, Juan(el joven) y yo. Quedamos a las diez de la
mañana en La Cavada.
Por la noche, ya con la almohada, pensé que era un
poco tarde, las diez, para ir a Lláneces, una sima, ya que yo debía estar a
media tarde en casa y las cosas nunca van como esperas en espeleología. Al
despertar se me ocurrió proponerles ir a La Puntida. Era una cueva de la que
ya habíamos estado hablando, estaba
en la lista de cuevas a visitar y desde luego era muy interesante. Bonitos
formaciones en mucho sitios, grandes salas y mucho donde hurgar. No me olvidaba
de que en anteriores visitas percibí en varios sitios corriente de aire.
No me costó demasiado convencerles de la propuesta
aunque Lici protesto un poco ya que ella tenía ilusión por Lláneces. En
Liérganes paramos a desayunar. Se trataba del segundo desayuno de Nano pero del
primero de Julio. Luego paramos a comprar pan y almendrados. Cuando llegamos a
Ajanedo eran las doce casi. Entre los preparativos y las movidas del reparto de
flashes para las fotos se nos hicieron las tantas. Pero finalmente subimos la
cuesta entre hayas y alcanzamos la enorme boca.
Primero fuimos a visitar las salas finales todo al
fondo. Hermosos sitios. Hicimos dos fotos. En una los protagonistas eran Luci y
Juan y en la otra Nano y Julio. La técnica fue cámara a mano alzada y y flashes
en la mano de los espeleos. En menos de diez minutos se resuelve una foto.
Después fuimos a ver un pasaje entre bloques y una continuación que me había
llamado la atención en una ocasión anterior. Lo que encontramos fue un sendero
trillado, con hitos, que, aparentemente, volvía hacia la sala de entrada.
Regresando hacia la salida nos desviamos a la
izquierda a una zona de galerías concrecionadas. Un pocete de cinco metros por
el corría una fuerte corriente me llamo la atención como en veces anteriores.
Montamos el pocete con dos cordinos anclados a puentes de roca naturales y
descendimos Nano y yo. Parece que los demás no se animaron. Recorrimos muchos
metros de galerías, con y sin corriente, durante unos tres cuartos de hora y
volvimos hacia la salida sólo por no preocupar a los compañeros. Realmente nos
quedo muchísismo por mirar.
En la cabecera del pocete un leyenda en el barro
ponía FUERA. Enseguida estuvimos con ellos. Y enseguida estuvimos comiendo en
un banco de Ajanedo las cositas que habíamos llevado. El tiempo estaba
maravilloso, la compañía era agradable y teníamos tiempo para disfrutar. Aunque
me supo un poco a escaso el tiempo que anduvimos cueveando…
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