Seguramente habrá cuevas más bonitas pero la Verde es espectacular. Hay galerías bastante anchas y altas y pasadizos estrechos y bajos. Llegamos a la entrada el día 28, miércoles. Íbamos Eduardo, Antonio, Miguel y yo. Para llegar hasta la entrada había un sendero. Allí descubrimos que las suelas de las botas de Eduardo se habían despegado. Miguel había traído esparadrapo y Antonio cinta aislante. Entre el esparadrapo y la cinta consiguieron pegar las suelas, y empezamos a entrar en la Verde. La entrada es cuesta abajo y hay cadáveres de cabras y vacas. Cuando llegas abajo hay una zona en la que hay que reptar, pero antes hay una parte en la que usamos una esponja y un cubo para quitar el agua que ha caído cuando llueve.
Fuimos entrando en este orden: primero Antonio, después Miguel, luego yo y por último papá. Lo hicimos para hacer una foto. Yo en la gatera, Miguel con el flash B y papá detrás de mí con el flash A. Hicimos varias fotos. Cuando papá estaba entrando por la gatera le cogí la saca para divertirme. Nos levantamos y caminamos hasta una parte baja y ancha pero muy larga. A continuación había unos barrotes por donde los adultos tenían que retorcerse para pasar pero yo por suerte no soy muy grande todavía y pude ir gateando.
Cuando se terminó la parte baja había una galería ancha y bonita por la que seguimos hasta el pasamanos. me puse un arnés con unos mosquetones para no caerme y los demás se iban cogiendo del pasamanos. Después había una especie de camino de rocas y al final había unos charcos. Me quité un momento el guante para tocar el agua y la sentí fría.
Pasamos una gatera arenosa hasta una sala llena de arena. Donde también había un caminito que llevaba hasta una sala llena de piedrecitas donde hicimos varias fotos. Y seguimos hasta una parte en que Miguel subió trepando hasta otra galería por donde continuaba la cueva. Cuando bajó dimos la vuelta y paramos en una sala llena de arena donde ayudamos a construir un castillo de arena que había.
Luego caminamos hacia la salida. Pasamos por salas y zonas con barro. Atravesamos las gateras donde llevaba la saca a papá (¡que vago!). Y llegamos hasta la salida.
Cuando bajamos hasta el coche estábamos llenos de barro y de arena pero había merecido la pena.
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